viernes, 17 de agosto de 2012

VAMOS A CONTAR MENTIRAS, Tralará Dry

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Cuando tenía veinte años decidí abandonar el nido e irme a la Gran Ciudad, a ver si espabilaba un poco. Como no tenía pasta, y allí era todo carísimo, no me quedó otra que compartir habitación. Fui a dar con un estudiante de cine de tercer curso, ex campeón de España juvenil de 110 metros vallas para más señas, con el que congenié pronto. Fumábamos porros, nos grabábamos cassettes, nos íbamos al sofá si el otro ligaba, etc. En casi todo nos llevábamos bien, salvo cuando hablábamos de cine; o en general, de cualquier proceso creativo. Yo no me podía creer que aquel chaval joven y listo repitiera como un loro lo que le habían dicho sus profes en su universidad de pijos. Según él, las historias debían estar bien contadas, someterse a un esquema fijo, respetar las reglas. Yo, con mi cerebro predispuesto al flipamiento, no paraba de argumentarle sobre la libertad absoluta del artista, la rebeldía, el Arte, y no sé qué más pamplinas. 

Desde aquellas conversaciones interminables (gracias a los porros) con mi amigo Éric, y miren que ya han pasado trece añazos, mi manera de pensar no ha hecho más que alejarse cada vez más de mi postura inicial para acercarse a la suya. 




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Este verano me he leído por fin un libro al que le tenía ganas desde entonces. Se llama "El Guión (Story)" de Robert McKee, y es algo así como la Biblia del guionista.


Reflexionar sobre qué tipo de historias contamos, por qué nos gustan unas más que otras, o incluso por qué no deben aparecer más personajes de la cuenta, no es algo tan definido como podría parecer en un primero momento. Hablar sobre las historias que contamos (y sobre cómo las contamos) es hablar de nosotros mismos; ...por no mencionar que contar cierto tipos de historias nos convierte en cierto tipo de personas.


Aquí os dejo algunas de las cosas que más me han gustado de libro. No sé si sacadas de contexto se entenderán, pero bueno, al menos se intuirá por dónde van los tiros.


Pdta: A pesar de que a mí me ha encantado y a pesar de que tiene fama de no serlo, "El guión" de Robert McKee a veces es un libro demasiado "técnico"; o sea, que a veces es un peñazo de esquemas y palabros, repite cosas una y otra vez, y pone ejemplos de pelis que uno no tiene por qué haber visto si no es un cinéfilo empedernido. Si estáis interesados en el noble arte de contar historias (no solo guiones de cine, sino desde un cuento infantil hasta una novela, desde un chiste hasta una serie de la tele), os recomiendo Cuéntalo Bien, de Ana Sanz Magallón.


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  • El guión propone
principios, no normas
formas eternas y universales, no fórmulas
arquetipos, no estereotipos
minuciosidad, no atajos
realidades, no los misterios de escribir
cómo alcanzar la maestría artística, no cómo adivinar el comportamiento del mercado
respetar al público, no subestimarlo
originalidad, no clones
  • "Las historias nos aprovisionan para la vida" (Kenneth Burke)
  • La narrativa exige tanto una imaginación vívida como un poderoso pensamiento analítico
  • Es preciso amar la verdad, la humanidad, las sensaciones, los sueños y el lenguaje. Es necesario percibir la dualidad, aspirar a la perfección, buscar lo singular y perseguir la belleza
  • Tal vez se tenga la perspicacia de un Buda pero, si no se sabe cómo contar una historia, las ideas se secan más que la tiza
  • No se admitirán escenas que no impliquen un cambio de signo (de negativo a positivo, o a la inversa)
  • "Las escenas deben convertir las cosas mentales en físicas" (John Carpenter)
  • Stanislavski preguntó a sus actores: ¿Estáis enamorados del arte que lleváis dentro o estáis enamorados de vosotros mismos en el arte?
  • Cada cuento que firmemos le dirá al público "creo que la vida es así". Cada momento debe llenarse de nuestra apasionada convicción, o sonará falso.
  • Las historias intercambiables no existen. Una verdadera historia solo funcionará en un lugar y tiempo.
  • Los grandes escritores conocen.
  • Los guionistas experimentados no confían nunca en la llamada inspiración. Con mucha frecuencia, la inspiración se limita a ser la primera idea que nos viene a la cabeza, y en nuestras cabezas tenemos cada película que hemos visto, cada novela que hemos leído, que nos tientan con sus clichés.
  • Las convenciones de los géneros (cinematográficos) son como la estructura de rima de un poema. No inhiben la creatividad: la inspiran.
  • La pregunta más importante que nos planteamos al escribir una historia de amor es: ¿QUÉ LES DETIENE? 
  • En resumen, una historia bien contada nos ofrece algo que no podemos encontrar en la vida: una experiencia emocional con significado.
  • Los clásicos, a lo largo de la historia, no nos han ofrecido soluciones, sino lucidez.
  • Ir al cine es una cosa extraña.












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