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Desde que la Señora Dry descubrió el TTjas hace cosa de un año, creo
que estoy aquejado del casi imperceptible pero molesto mal de la autocensura. A
veces me descubro escribiendo un post sobre tetas, y luego de repente pienso ¿Pero
dónde vas, Blas? Otras veces escribo sobre esa sensación de estar solo con
alguien al lado, y cuando lo tengo casi terminado me digo ¡Tente, Vicente!
Total, que algo de frescura loca o loca frescura he perdido
por culpa de no borrar mis pisadas en el navegador.
Sé que estarán pensando que este post es una especie de
contradicción performativa (falsar lo que se está diciendo con lo que se
está haciendo, como si alguien dijera “nunca voy a poder subir esta montaña”
mientras la sube del todo). El caso es que no creo que sea lo mismo, porque
esto es un meta-post, un post sobre la cosa de escribir post.
Hoy, mientras me tomaba un café y una tostada con tomate, le
mandaba un whatsapp a un colega mío, que es muy amigo pero al que casi no veo.
Mientras le preguntaba qué tal el verano, me vino a la cabeza el quedar con él,
tomarnos unos güiscolas y pegarnos una noche de esas de “joder, pues no sabes
la de cosas que se me pasan por la cabeza” y vaciarse en una larga conversación.
Y así me he descubierto reflexionando sobre eso mismo
-haciendo de nuevo un metapensamiento-, sobre la idea de contar las cosas para
sentir que ocurren de verdad. Heráclito (según Borges) escribía por “la
necesidad de sentirse verdadero”. Yo siento que sin poder decir tetas o
angustia en el blog dejo de hacer pie (al menos uno de ellos) en la realidad.
Fíjense qué cosa tan curiosa, siendo este blog como es la mitad mentira y la
mitad imprecisión.
La Señora Dry prometió motu proprio no leer este blog. Salió
de ella el reservar un espacio como la Antártida, más allá de las leyes
nacionales, una tierra de nadie. Quizá fue porque ya leyó una cosa que no le
gustó (en uno de nuestros breaks y cuando yo aún no sabía que me conocía el
blog), quizá porque realmente cree que va a ser capaz de mantener la Antártida,
o quizá porque yo qué sé.
Ella me dijo que jamás lo leería, y yo la creo. Pero esto es
una especie de dilema del prisionero pareja-style. Ahora nos vamos a vivir
juntos, y seguramente algunas noches querré venirme al pecé a montarme un libro
de arena con las mierdas que me atormenten; por no hablar de los miles de recuerdos
que guardo de gestos, comentarios, o partes de la anatomía de algunas muchachas
con las que he dado en mi vida, que es suponen algo así como la mitad de mis
posts. O lo que es peor, con cosas que no sean recuerdos, que a lo mejor tengo
que sublimar en letras para que no se me enquisten y se me queden ahí.
Los diarios son sinceros, si no ¿pa´ qué? Y mi sinceridad
tiene siempre algo de psicomagia, de falseamiento, algo que a veces no entiendo ni yo, algo como
uranio enriquecido en la puerta de un colegio.
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llevo leyendo este blog todo el verano y aun no se de que va. yo te diria que te hicieras otro y lo esocndieras bien..... pero entonces no te podria leer jajaja
ResponderEliminarNo me digas! Un lector o lectora nuev@! Sé siempre bienvenido al hogar tetejo!
EliminarDesayunamos lo mismo
ResponderEliminarLo suponía
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