Bajo un lema parecido al Less is More de Mies Van der Rohe, los minimalistas querían arte sin excesos en la forma o el contenido, objetos que tuvieran la inédita capacidad de no representar nada.
Los artistas de la Abstracción excéntrica comenzaron a jugar con nuevos materiales (flexibles como el caucho o las cuerdas), con formas indeterminadas, creando obras minimal pero escapando del orden de la primera época. Así, se salían también de las limitaciones del minimalismo.
Como decía Hegel, cada época lleva en sí misma el germen de su propia destrucción, por eso el minimal art supone el fin de una concepción del arte como "algo de lo que resultan objetos para contemplar". Con sus últimos exponentes -los postminimalistas-, se empezaba ya a desplazar el interés: del objeto, hacia el proceso operativo que lo iba a dar como resultado.(Así, el tiempo entraba en el arte).
Esto afectó también a las relaciones entre obra-espectador-espacio circundante. O sea, empezaron a cobrar importancia las galerías, los espacios donde se iba a exponer la obra (o incluso donde se iba a realizar): la obra de arte dejaba de ser un objeto independiente, aislado, con significado en sí misma.
El minimalismo era sólo el punto de partida para articular mensajes más complejos.
La ruptura definitiva con el minimalismo la llevaron a cabo los Antiformalistas, que promovían un arte donde tuviera más peso las fases de la concepción y realización de la obra. En sus esculturas intervenía el azar (por ejemplo, la gravedad), y de repente podían considerarse como una nueva manera de "pintar" escenas con instalaciones; en ellas, lo táctil, lo frágil o lo caduco, cobraban una importancia que la pintura jamás había conseguido.
Minimales harían menos daño que los animales, pero ligarían menos.
ResponderEliminarBuen post sobre el minimalismo, como consejero de obras públicas miniminimalistas doy fe de que todo lo dicho es como un libro decocasa hinflao de tripis y descifrado por punset y sánchez dragó.
Fmdo: mini yo malisimo