martes, 16 de marzo de 2010
CHIN PO, EL GUARDIÁN ENTRE LOS SIETE MARES DE CENTENO, por Dry.
Chin Po a la puerta del monasterio, tomando aire y apurando un Nobel con misterioso sabor a jabón de manos.
Chin Po entrando con la cabeza gacha a la sala de meditación de Wi Tei.
Chin Po en la posición de hiena, señal de sumisión para pedir perdón.
Chin Po hablando al maestro:
-Querido maestro, no sé por dónde empezar.
-Querido Chin Po, ya he sabido de tus aventuras en la ciudad - Wi Tei hace una pausa dramática que aprovecha para acariciar el lomo del lobo Sebastián y mesarse la larga barba blanca- Sé de tus besos mejilleros, de los amigos caídos, de las promesas rotas y de lo bien que lo has pasado.
-Maestro, ...debo explicarle.
- Lo que debes es pegarte una ducha. Se te ven los calzoncillos por encima del pantalón, y son los mismos que llevabas cuando te fuiste. O bien tienes un pack de esos del Springfield que van diez o doce todos iguales, o llevas los mismo gayumbos desde hace tres meses.
Wi Tei, en un gesto generoso nada habitual en él, y comprendiendo la desesperación de Chin Po, añade para tranquilizar al muchacho:
- No puedes hacer nada, no debes hacer nada, no hay nada que tengas que hacer.
Chin Po, abrazando a su maestro y también al escuchimizado lobo Sebastián.
- Pero déjeme que le cuente de esa chica, maestro, estaba realmente como un queso.
Wi Tei sonríe y sirve un par de copas de vino.
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Wi tei no era la piedra que él pensaba... rodó y rompió parte de su caparazón. Bella obra, bello final de día.
ResponderEliminarjajaja
ResponderEliminarFinal imprevisible totalmente!
Muy bueno,
Saludines,
YoMisma