miércoles, 7 de octubre de 2009

Rocher encontró a Dry - Mente Catodo Menor




Ayer decidí bajar a la taberna "spraskova" a segar mi garganta y bendecir mi mente con aguardiente. Justo antes de entrar, allí de pie, entre toda la terrible niebla que envuelve el invisible frío invernal, saqué mi pañuelo de sede engarzado con motivos orientales y aproveché para abrir con él un pequeño círculo en la gran vitrina intoxicada de vaho, de esta taberna extraña.

Los ojos me pegaron un real blinco al ver cierta escena. Vi a Dry sentado en una mesita de madera de arce, con infinitas muescas y embrutecida por el meloso alcohol y las babas de gente errática que matarían a un bendito vivo y resucitarían un pobre muerto. Ahí estaba sí, con una sombra, dos jarras, una de ellas sencilla, llena de polvo, sin duda era agua, la otra, con un acabado en relieve, más turbia, debía ser la bebida que ellos llaman "reencuentro" ó "absencia vital".

Dry nunca jugó a invertir los términos ó huir de la vida, por eso la perseguía con guantes de lino. Tenía la cabeza fría, mucho más de lo que podía pensar con su cálido corazón.

Veía su juego de manos, elocuente, veía como la sombra, que no alcanzaba a distinguir se mezclaba entre el líquido extraño. Sólo puedo decir que estaba expectante, y que no tenía frio, y que seguía fuera, y allí dentro continuaba una inusitada conversación que olía a verdad, a carácter. Nada se repetía, toda acción daba pie a otra nueva y de mayor misterio revelador.

Qué creeís que ocurrió allá dentro? Sentí la plenitud del que ha buscado toda su vida y tiene la respuesta, pero como en una nube de vapor que se aglomera en tanto que dura una obra. Una dama con el pelo visado, un talle clásico y una belleza extrema pasó ante mí, captó mi atención por unos segundos, volví la vista, el cristal estaba empañado otra vez.

Entré, cogí la botella de licor que había sobre la mesa, ya sin nadie sentado en ella. Me dirigí hacia casa, y en el portal me encontré con dry, le ofrecí conversación y compartir el licor, buenamente aceptó, hablamos toda la noche, todo nos pareció más amable. Nada es raro en una compañía auténtica me dijo. Yo asentí Su sombra le dijo que no se fiase, la mía le dijo lo mismo, y las dos asintieron, bebieron agua hasta aclararse, después de eso dormimos como santos.

2 comentarios:

  1. querido Capretti, su relato supera al mío en profundidad y estilo, es usted el auténtico kafka biofruto. Me he comprado un sombrero para poder quitármelo en su presencia.


    saludos y un cálido follen con puto

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  2. Gracias maestro, espero no olvidarle nunca. Un gran abrazo.

    El hombre que llevará siempre a cuestas su pasado, desmembrado con trocitos de todos los sentimientos de amigos que escondió

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