Cuando somos pequeños, si no recuerdo mal y mi mente no truca mi memoria, el entendimiento entre chiquillos era fácil. Si conectabas ya estaba, habías activado una retroalimentación y empezado un círculo social en vías de expansión. Pero creo que había algo fundamental.La ilusión en la que viven los críos y que nos facilitan los padres para prescindir de los mayores problemas posibles nos llevan a ver de refilón pero esquivar la gran pregunta que surgirá: ¿quienes somos? ¿qué busco? ¿hacia donde voy? ¿qué es la vida? y lo interesante de esto sea quizá preguntarse por qué y cuando llegamos al punto de hacernos estas preguntas (en muchos casos tácitamente).
La burbuja se hincha de forma armoniosa, todas las vivencias bien apiladas, unas bases sólidas, y un día, después de dormir mal te levantas y notas que todo ha cambiado, quizá el entorno ya empezó a ser distinto, pero uno en su mundo mantenía su realidad. Ahora sin duda los pilares están temblando, y realmente la burbuja ha explotado, algo sencillo que hay que asumir, pero el problema es construir otra base una vez te hayas dado cuenta: enfrentarse a la realidad y tener capacidad ejecutiva tal para lidiar con la vida.
Todo el trance que podemos sufrir hasta llegar a una rearmonización de nuestro ser conlleva cambios, y en ocasiones creamos traumas. Nos buscamos y perdemos las referencias, ahora todo es más difícil. Entenderse con el viejo amigo, entenderse bajo el mimo código, conocer a la otra persona, saber interpretarla.
Lo que vengo a decir es que hay un proceso en el que muchos nos perdemos de una forma caótica, en el que a veces esperas recibir las cosas como en el pasado, como un halo indefinido que reconstruimos en el presente, sin tener en cuenta que los demás buscan su "Yo", y que todo era más fácil cuando "conectábamos". Pero claro, eso es idílico y poco realista, y el mundo da vuelta, y yupi no existe, y romper para construir no es lo más fácil, pero es lo mejor en la mayoría de los casos.
Para un hombre heterosexual, con un par de ttjas es más fácil llegada una edad. Con o sin amor. Con muchos problemas, como todos, porque nadie es más que nadie. Y es que la vida no trae un manual, por eso me gusta ver las películas sin haber leído el argumento.
Es difícil no ser cínico cuando uno lleva media vida engañándose. Es como ser el creador de la teoría de la relatividad y refutarla 40 años después porque no es válida.
En fin, que san Cayo nos asista.
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