miércoles, 25 de marzo de 2009

HACE TIEMPO QUE NO LLUEVE EN LAS BAHAMAS, por Mr Dry


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Ayer los chicos y yo hicimos una biofrutada. Con el famoso y eficaz método de la flyin´note conocimos a unas chicas en un bar. Llamémoslas Chica Con Novio, Chica Callada También Con Novio y Chica Misteriosa. Espero que los seudónimos satisfagan a Marlowe y a Madcap.
No voy a hablar sobre ellas, pues apenas pude procesar información porque estaba muy cansado y, sobre todo, porque andaba muy pendiente de otra cosa; de esa otra cosa es de lo que quiero hablar.
Empecemos diciendo que de los tres bios, yo soy el que más inventa, el que más dice "y por qué no les decimos algo a esas", donde la palabra "esas" está por cualquier conjunto homogéneo de tres chicas que anden por el bar y no parezcan sacadas del Rebelde Way mejicano.
Me apoyo en el coraje y el arrojo de Marlowe y en el increíble saber estar de Madcap, mientras la invasión se está produciendo. Me quedo en la retaguardia, mirando con cara de pazguato cómo se desarrolla la conversación inicial. Por cierto, lo hago también porque las conversaciones iniciales me parecen, junto al Bosón de Higgs, la cosa más difícil de entender del mundo: en teoría, cuando hables con una persona a la que acabas de conocer, hay que alcanzar el sutil equilibrio entre el interés (las preguntas), la información (las respuestas) y el encanto (las chorradas como pianolas para sonsacar alguna sonrisa).
Total, como si de una espada de Damocles (pobrecillo) se tratara, si te pasas preguntando o te pasas respondiendo o te pasas de gracioso (o, pongamos por caso, tu humor se sintoniza en FM, mientras que el suyo es AM), pues entonces, apaga y vámonos: recoge tus cosas sin precipitarse y abandona, que aún te quedará algo de dignidad.
A mí esa presión me puede. Mirad que puedo ponerme a hablar en público durante 6 horas al día, puedo viajar a un conflictivo país extranjero, puedo enfrentarme a tabeleros Ouija y reírme en la jeta de todos los espíritus y del mismo Príncipe de las Tinieblas, ... pero una conversación con unas chicas me hace sentirme un gallina, más torpe que el decorador de los platós de Antena 3 y más pequeño que la autoestima de Kafka tras las vacaciones de verano.
Nos habíamos quedado, si recordáis, con Marlowe y Madcap hablando con las chicas. El juego en sí es bastante simple: en qué trabajáisa-divinadlo-, qué edad tenéis -cuántos me echas-, etc... Sin embargo, el sueño y esa extraña cosa que me pasa a veces (todo lo que digo se me queda como un eco en la cabeza, resonando cada vez más idiota), hacen que me vaya espanzurrando por el taburete y, aunque estratégicamente situado en el centro, la conversación me atraviesa como si fueran ondas de radio.
Los bios, que me ven, intentan que me suba al carro, interpelándome (por cierto, si una tía te la pela entre sus peras, ¿te la está interpelando?), pero aunque me quieren rescatar, yo me voy quedando atrás y el carro debe seguir, entre otras cosas, porque yo soy uno solo, y todavía quedan 5 participantes en el juego.
En esos momentos el sueño me está venciendo, pero es porque apenas opongo resistencia: es casi un mecanismo de defensa para no sentirme fuera todo el rato. No pasa nada, me digo, no se ha notado. Recuerdo un truco que me dijo un amigo: si estás agobiado porque estás pensando cómo se te ve desde fuera, no olvides que todos los demás también estarán pensando qué es lo que opinas tú de ellos. (Por cierto, este juego de espejos en el que cada uno de ellos refleja la totalidad, siempre me ha parecido la mejor manera la mejor metáfora para explicar la Monadología de Gottfried Wilhelm Leibniz, lo digo porque es una lectura veraniega altamente recomendable si pensáis, como yo, acercaros por fin al racionalismo idealista alemán y entender la realidad metafísica del todo mientras os tomáis una jarra de vino-casera).
Me levanto, emito un casi inaudible "lo siento, pero estoy muy cansado y me tengo que ir, ya nos veremos" y salgo del bar con esas palabras en modo Repeat en mi cabeza. Como no tengo pilas en el mp3 me espera el largo camino hasta mi cueva escuchando mis propios reproches y pensando que gracias a Démeter, diosa griega de la primavera y la renovación, el invierno ha terminado.
Pero también me imagino a Démeter hablando con un chico que se le acaba de acercar a pedirle fuego, y que el tío resulta que es encantador y listo y gracioso y tiene el diploma de equilibrio en conversaciones rápidas, ... y entonces ya mi cerebro se colapsa porque tanta fustigación es demasiada, llego a casa y me meto en la cama y abro mi libro Hacia Rutas Salvajes, donde un tipo huye del mundo.
Dedicado a los dos vértices del triángulo, a los que admiro profundamente, pero que ayer me dijeron "espero que no escribas un post sobre que no has podido hablar... y habla ya, joder"

1 comentario:

  1. Cuando leo estos post tan sinceros no puedo más que pensar en susodicha persona y rumiar para mis adentro el canto de: "dont leave me high, dont leave me dry", mr

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