domingo, 7 de abril de 2013

MY PLANTS ARE DEAD, por Blonde Red Dry

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Qué difícil es negarse a uno mismo. Uno tiene fuertes mecanismos defensa, de afirmación de la propia identidad per negationem, que le aseguran un fuerte concepto de YO. La creencia en la subjetividad, y el actuar conforme a ella, es relativamente reciente. Antes, por mucho que las pelis de Hollywood sobre Grecia, Roma o caballeros y princesas medievales nos intenten colocar sus anacronías, no había este YO que se afirma frente al mundo, que prioriza su perspectiva frente al mundo de la vida imperante.


Se ha recurrido al pensamiento oriental progresiva e imparablemente desde mediados del siglo XIX para calmar los males de la perspectiva egocéntrica que ha ido arrasando la tranquilidad de los espíritus individuales, cada vez más hinchados y solitarios. Quisimos copiar sus estrategias de negación del ego, pero claro, para nosotros es más difícil porque nuestra vida está atravesada de YO. Para ellos, supongo, será más fácil acallar la frustración por no alcanzar el éxito o el mismo miedo a la muerte, y tal vez porque esos son pequeños picos de actividad cerebral en un mar de adaptación a una vida menos compleja.


La disciplina budista, y sus dos ramificaciones menos contaminadas por las maneras de la religiones teístas, a saber, el yoga y el zen, mantienen intacto el precepto de la negación. La energía del mundo debe fluir por tu interior hasta que este mismo se convierta en exterior. Se deben eliminar las barreras, las resistencias.


Someterse a la autoridad del maestro es fundamental. Se parece un poco al sometimiento necesario al psicoanalista por parte del paciente. Un individuo moderno tiene serias dificultades para conseguir ese sometimiento. Casi ni les hacemos caso a los médicos cuando nos quitan la sal en las comidas, pues ya me dirán si cuando alguien intenta corregir los pilares más básicos de nuestra personalidad, atentando contra la integridad de nuestro YO, no es para que salten todos nuestros mecanismos de defensa gritando ALARMA, que nos quieren eliminar.

Educados por la escuela, las películas y la publicidad a reivindicarnos como el criterio que mide el mundo, somos por el mismo motivo, una fuente inagotable de frustración. Nuestras proyecciones del espacio, del tiempo, de la justicia, de los sentimientos, etc. se ven, devueltas sin desembalar, a la primera por un resto ganador por parte de la realidad. Nada de lo que esperamos se cumple. Como mucho llegamos a un pacto de conformidad con el mundo, replegándonos a nuestros pequeños estuches con fondo aterciopelado (Walter Benjamin dixit), protegidos, aburguesados.


Hemos construido una fortaleza para protegernos. Hemos creado la ilusión de que eso somos. Cualquier cambio nos niega, y por eso lo tememos. Incluso cuando queremos deshacernos de las murallas, abrir al menos alguna puerta para que entre el aire, nuestros dispositivos de emergencia nos lo impiden: esto es lo que tú eres. Hacerle una grieta al castillo es prácticamente rendirse.


Es por eso que está tan extendido el tópico de que la gente no cambia.






2 comentarios:

  1. te escuché en la radio y dije "uy, a estos los conozco yo", ...no sé, en realidad quería preguntarte si te devuelvo tus llaves,... tus plantas deben estar muertas... oye, ¿cuánto tiempo te quedas? ...también vi una foto tuya una vez... ¿Ha venido ella también o has venido solo? ...¿Algún disco nuevo que me recomiendes? ...Me he despertado esta mañana, y me he sentido muy rara... ayer dejé que los chicos se divirtieran, pero a mí me apetecía estar tranquila... La verdad es que me encantaría verte, verte antes de irme... es que me voy la semana que viene... Creo que no estoy preparada para irme... Hazme un favor, hazlo por mí, ...háblame, háblame de ti, ... de ti y de todos estos, ...háblame de ti, ...háblame de ella... me voy la semana que viene, ¿nos veremos?

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