sábado, 4 de junio de 2011

La extraña chica feliz



Hace ya un tiempo que sucedió algo, que leyendo ahora, "100 años de soledad", me ha venido a la mente y se me antoja particular, y de alguna forma, una especie de continuum en mi vida.

Conocí hace ya varios años, bastantes, a una chica sonriente, de mirada viva y carácter alegre. Era bastante guapa, sabía vestir bien, era delicada y su saber estar era vivo e inteligente.

Yo tenía ya cuenta en msn, y me escribía con ella bastante a menudo. Era una época en la que yo jugaba un poco conmigo a ser algo más duro de lo que era, y sin renunciar a ser yo mismo era algo antipático, lo que a ella, acabó por cansarle un poco, y la distancia se hizo, aunque por aquél entonces no albergaba ninguna esperanza de comienzo o final feliz, así que no e importó mucho.

Un año después volví a hablarle, y poco a poco retomamos el contacto. Ella me diría que me recordaba agrio y que "ahora" era mucho más majo. y seguimos hablando muchos meses más.

No hablábamos de nada en especial, pero en el transcurso de las conversaciones, precisamente esa arbitrariedad por los temas, esa pequeña química por nada en particular la convertían en alguien otra vez especial para mí. Eso y además, había ganado en belleza...

En este periodo, cierto es, que al principio quedé con ella una noche... pero yo tenía un examen al día siguiente y no pude, pese a sus acarameladas súplicas, prolongarla. Poco después se echaría novio.

Años después, con una relación de msn estable, quedamos en un evento multitudinario, familiar, un cumpleaños en su casa, donde la vi con el novio con el mismo novio, con el que llevaba casi 3 años y con el que semanas después cortó.

Yo conseguí una especie de cita algo ridícula, pero con las chicas la dignidad y lo correcto sólo existen si ellas quieren, así que se anda sobre aguas pantanosas y todo suele quedar para uno.

Ella dijo que tenía ganas de ir al cine, en sus ciudad, cartagena, y yo me propuse, pese a vivir en Murcia, para acompañarla, a lo que ella aceptó. El problema es que con carnet de conducir, no tenía coche. Pero un gran amigo me dejó su coche, con el que estaría a "salvo" salvo si llovía, porque el limpia parabrisas estaba jodido.

Pasé a por ella después de meses sin conducir pasando el puerto de la cadena y muchos miedos secretos, pero aún con el ardor de la juventud y lo inesperado, la ilusión. Fui a ver con ella una película que yo ya había visto, pero le dije que no, sabiendo que ella quería verla y se negaría si lo hubiese sabido. No le convenció, y a mí me había encantado, 2 veces...

A la salida, yo aún no sabía que íbamos a hacer, era algo así como un jueves, y no habíamos hablado... y ella dijo de ir a un bar.

Ella estaba muy mona, como siempre, al principio yo estaba muy seco, ella un poco retraída, pero pronto empezamos a hablar, aunque me daba la sensación de que en el fondo yo hacía más esfuerzos por hablar.
Al final ella se lanzó a hablar, y no sé como, empezó y acabó hablándome de cierta idea de suicidio que la había invadido. Tenía cierto aire afectado, no sé si el que se requiere para hablar de estos temas, así que de una noche de fiesta, de una noche de cita, de nervios, de alcohol, de simple derrota, me vi en unas que no me esperaba, y no supe muy bien como tratar la situación. Ella tampoco quería que hablase demasiado, porque todo suena demasiado evidente, demasiado pretencioso, y me dijo que quería a su familia, por eso no daba lugar al acto final.

Ya repuestos, los dos, al menos eso aparentamos, salimos a eso de las 2 am y ella exclamó de júbilo, y yo grité endemoniadamente "mierda", entonces recordé que a ella le encantaba la lluvia, y ella me preguntó que por qué estaba así. Le expliqué que era por el coche, que todo estaría bien salvo si llovía...

No sé muy bien si me hubiese gustado que me hubiese ofrecido alojamiento, pero no lo hizo, me ofreció su coche (uno muy nuevo, el cuál, por respeto ni se me pasó por la cabeza aceptar como solución). Así que cogí unas hojas del listín telefónico en el coche y quité algo de agua, y con la cabeza pegada al parabrisas conduje rumbo a Murcia bajo la trepidante lluvia.

Hemos mantenido un poco de contacto, y sólo puedo decir que sigue pareciendo feliz, y que siento haber sido la única persona a la que le ha comentado su idea de suicidio...

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