miércoles, 2 de febrero de 2011

2 Moléculas triCíclicas



Desde que no utilizo el blog pienso un poco más hacia adentro. He dejado aparcadas mis densas historias de taberna, mucho humo, enfermizo alcohol y algún hechicero demonio en forma de pensamiento, de chica del pasado, o de antigua gran promesa. Todo esto es lo que se junta una época extraña y épica en mi vida. Hace relativamente poco era mi exilio, ahora, después de un incierto peregrinaje que sabe a cumbre borrascosa emprendo rumbo incierto con extraños días llenos de más ingratas que gratas sorpresas. El sueño que me embarga al llegar me hace estar eclipsado, o quizá sea la depresión del trabajo la que me de sueño, o el ser depresivo lo que haga que el trabajo me mate, quien sabe, a quién le importa.

Me siento más tonto, inútil, grotesco, tímido, temerario, patoso, olvidadizo, disperso que de costumbre, y no crean que no sé que existe algo llamado racha, en la que creen los suspicaces escépticos, parte del socialmente aceptado término destino, el cosmos para los etéreos místicos, todo conmigo? todo contra mí? El diablo y Dios conmigo? es demasiada atención para un ser humilde y abstraído como yo. Dios me ha hecho cohibirme de los hábitos que me mantenían malsanamente vivo, es un concepto extraño de salud, el Diablo es el consejero de mis más remotos sentimientos que afloran cuando el puño de Dios se apiada de mi alma, y en un punto X, en ese tira y afloja ando yo, balanceado en la cuerda dando vueltas en torno a no sé muy bien qué sitio, siempre me parece extraño.

Hoy venía escuchando Tom Waits, lullaby, y pensaba, este hombre inspirado por la "beat generation" me acoge en su seno por los tímpanos. Almas gemelas? para nada, pero sí con puntos de similitud y ninguno de quietud. Cuánto cuesta que te reconozcan como uno más? no es más fácil acaso, y rentable que la multitud te acepte, por un sentimiento abalado y alabado por todos que es la bondad dada por la lástima? Hay que ser mediacara y lucir una máscara veneciana.

Cómo resulta tan fácil ser normal? yo aún me siento muy señores míos, me siento pequeño, inmaduro, vendido, y no me avergüenzo de ello, pero como cualquier pequeñajo siento vergüenza, y si desprecio parte de lo que me rodea es por la incomprensión que demanda mi empatía, mi cerrada lógica.

Ya he esparcido ciertos perdigones, como de costumbre, no llego a acercarme a la figura que a veces he soñado de mí, pero al menos sé mientras estoy en ese balancín una cosa segura: nunca cambiaré, aunque sea más para lo malo (porque a medida que haces años suele ser para malo) que para lo bueno.

Tengan un buen día, un abrazo frío desde el frío, la humedad, y la soledad gris

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