domingo, 16 de enero de 2011

ANIMALES SUBNORMALES, por Dry



A ver, esto de no salir los sábados tiene la ventaja de despertarse temprano los domingo, lo que sería garantía de serneidad y paz (zumos de naranja, El País en una terraza, pequeños placeres que los marxistas llamarían burgueses, y yo llamo simplemente "treguas"), a no ser, claro, que te despiertes con una noticia chunga que te dé el día.

Quizá no sea el sitio para escribir esto, pero no dispongo de otra plataforma para desahogarme (no me imagino posicionándome en el FB, ni dejando comments en los periódicos digitales).

La noticia es la siguientes:


El consejero de Cultura y Turismo de Murcia, Pedro Alberto Cruz, ha sido agredido esta tarde por tres personas que, tras increparle a la salida de su casa, le han golpeado en la cara con un puño americano y le han herido en la mandíbula y en un ojo.

Los agresores, al encontrarse con Cruz, han gritado "consejero, consejero, sobrinísimo...", en alusión al parentesco con el presidente de la Comunidad Autónoma, Ramón Luis Valcárcel, de cuya mujer es sobrino. Tras increparle, le han golpeado en la cara con el puño de hierro, según las fuentes.

La Policía Nacional se ha hecho cargo de la investigación de este caso y trata de identificar y detener a los tres agresores, ha informado un portavoz de este cuerpo.
Pedro Alberto Cruz está siendo asistido de sus heridas en el servicio de urgencias del hospital Reina Sofía de Murcia, relativamente cercano al lugar de la agresión y al que se ha dirigido por su propio pie, según fuentes sanitarias.

La gente que me conoce me ha oído despotricar contra este hombre lo que no está escrito (o mejor, lo que sí está escrito, porque en los medios de mi ciudad ha sido un blanco fácil este hombre, con voz afectada y cierta actitud soberbia). Sin embargo, desde que la crisis económica empezó a golpear con fuerza a la administración murciana, los ataques contra Pedro Alberto Cruz (PAC) han ido creciendo llegando hasta la agresión física de ayer. Pobrecito mío, que aún no se sabe si va a perder el ojo, del golpe que le dieron.

No fue hasta que tuve mi affair con Cindy, la artista, que me di cuenta de lo burro que estaba siendo al criticar de manera facilona a PAC. Ella, que es amiga suya, me contaba que en realidad es muy buen tipo. Que, a la manera socrática, detesta la política pero piensa que es el único camino para intentar mejorar las cosas. Que roza la excelencia en su especialidad (crítico e historiador del arte). Que ha traído a Murcia a los artistas más punteros, que levantó el observatorio artístico CENDEAC, que levantó un espacio escénico que ha sido votado durante varios años consecutivos como el mejor de España -y al que le pusieron el nombre del que es, para mí, el mejor pintor murciano: Centro José María Párraga-, que sustituyó el "Murcia, qué hermosa eres" por el "Murcia, no-typical", que se sacó de la manga el SOS 4.8 (festival que odio con todo mi ser, por todo lo que representa, pero que te mete 30.000 personas en un recinto -con todos los amores que surgen en esas circunstancias-, te llena los hoteles y te -odio esta expresión también- "pone a Murcia en el mapa").

Su gestión es polémica, ha tenido grandes picos de desencuentro con la gente, con los propios artistas, pero el tópico dice que es peor que no se hable de tu gestión. PAC ha luchado como un jabato por cambiar las cosas. Sigue trabajando de profe de la uni, que es lo que le gusta, y creo que cobra menos. Le lastra ser sobrino del presidente Valcárcel (aunque NO ES SU SOBRINO:  es hijo del primo de la mujer del presidente, coño, que la gente parece imbécil), le lastra ser del PP ( y compartir mesa alguna vez con lo peor de lo peor del conservadurismo español en general y murciano en particular.

Sin embargo, los chavales de barrio, jodidos por no tener trabajo, por vivir en un mundo ignorante, por no preocuparse ni siquiera mínimamente por conocer la verdad de la realidad que les rodea, se abrazan al maniqueísmo de los buenos y los malos, de "te vamos a matar, sobrinísimo hijodeputa", una violencia infantil y banal, exactamente igual a la del fútbol, que sirve para desahogar (qué verbo tan gráfico) la frustración que se lleva dentro, que no se sabe -ni se quiere saber- de dónde viene.


Putos animales subnormales, que encima acusan de fascismo a sus propias víctimas igual que ocurría en Euskadi, que aplastan la belleza del mundo administrando justicia con su torpe mano -como los marineros del poema de Baudelaire con el albatros-, que nos obligan a plantarles cara, haciendo que  descuidemos el verdadero frente de esta guerra, que es la guerra de siempre, la de los abusos de poder.


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