jueves, 16 de diciembre de 2010

TELÉFONOS DE INTERÉS, por Scott Drylgrim

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Las veces que intenté ser moderno no me salió.


Los modernos, por ejemplo, son muy de ir a bares castizos, de esos con barra de aluminio y pósters de Marisol en la Interviú. Algo en sus zapas, sus trencas, sus flequillos, sus bandoleras, hacía que al pedir un platiquehcalamares a las 5 de la mañana, el acto se convirtiera inmediatamente en algo semi-arty, posmoderno, mayodelsesentayocho, trendy, cool. Sien ese mismo bar, en pleno aquelarre irónico -siempre irónico- iban al baño a drogarse, o si tal vez reivindicaban figuras kitsch en conversaciones sesudas, si acaso llevaban discmans en vez de ipods, si por último criticaban la falsa modernidad,... todo en el ambiente se tornaba en algo mágico.

Evidentemente, si era yo el que pedía calamares parecía un muerto de hambre, si reivindicaba a un friki siempre era un friki-friki no un friki-que-ahora-mola-que-mole, si me drogaba era siempre por los motivos equivocados y nunca para llamar a las exclusivas puertas de la percepción, de entrada reservada para los espíritus puros de corazón.

Cabalgar a lomos del zeitgeist no me ha salido jamás. Debe de ser, una vez más, por mis orígenes de barrio pobre. En mi colegio, la sofisticación consistía en desayunar bollycaos en vez de bocata de salchichón con doble cierre (servilleta y Papel de Plata), y se escuchaba rock urbano como sinónimo de alta cultura y poesía. De adolescente, mis zapas siempre era de la Liga Adelante, y por si fuera poco, pronto me quedé cartoniano (aka Fequilloless), y si acaso se me caían los pantalones era siempre en modo Cantinflas, nunca Kurt Cobain. Por cierto, que cuando los indies llevaban sus camisas de cuadros a lo Bon Iver, a mí me quedaban a lo Kurt Cobain, ironías del espíritu del tiempo.

¿Qué tendrán estos tipos, que reivindicando a la figura más gris de la iconografía española (Naranjito), consiguen hacer de su capa un sayo y quedar bien en las fotos? Será, quizá, que su imagen descuidada, sus referencias culturetas sorprendentes o sus revivals, son en realidad el resultado de un querer subirse al carro de lo que está in, y alejarse, como alma que llevara el diablo, de lo out, de lo que somos nosotros, la clase media-baja. Un intento desesperado por negar lo feo de la realidad, o peor aún, por incorporarlo a su eternamente renovado universo semántico, que en realidad es más viejo que las Converse Chuck Norris.



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1 comentario:

  1. Nunca está de más decirle al maestro lo que le ha gustado la clase, aunque sólo sea un post y ya no vaya a clase, todo puede ser lección y continuidad.
    Con respecto al moderneo, llevemos cuidado, a ver si tener una foto de su iraní atómico, un icono de muchachada nui y de los anhelos modernos, hacen que nuestros hermosos modernos nos tachen de modernazos... pero seríamos modernetes de postín, a Dios gracias ellos se encargan de vetarnos si no queremos pertenecer a su exquisito círculo.

    En fin que un abrazo, por cierto a día de hoy me han cancelado las vacaciones, todas, ya le tengo al tanto. Corto y puto follen

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