Hace tiempo que se avergonzó de como era. La lucha por conservar su identidad era cosa perdida. De carácter marcado y personalidad débil parecía histriónico, y eso le mataba como un tumor lleno de pesadillas.
Es por eso que decidió huir de su sociedad. Podía ser que así ahuyentase los fantasmas que había creado, y que la energía que sentía fluir fuerte como una estampida se convirtiese en su propia naturaleza en otras tierras.
Pero el sueño americano no es más fácil de alcanzar que saltar la alambrada perales, así que se comió los mocos a puñados, y creció en algunos aspectos por una cuestión de tiempo, pero las raíces no las pudo arrancar. De hecho, pudo comprobar que cuando intentaba deshacerse de ellas, parte de él sufría por las noches, y el tumor crecía.
Al final, un día de luz, lo que vio claro fue un libro abierto y en blanco, algo que se asemejaba a un deja vu, una conclusión que cae en el tópico. Algo terrible, algo esperanzador. Pero ese día fue un día esperanzador, en blanco, fue un día cualquiera con un pasado turbio y sin sentido, como toda la historia de la humanidad
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