martes, 10 de agosto de 2010

París, ya ni de lejos - Mulholland Caín


Hace unos días, compré el billete del tren del aeropuerto de París a mi ciudad de residencia. Todo según los horarios predeterminados.

Mira que me dijeron ya que 2+2= 5, y que si son 4 por el culo te la hinco. Una cosa es como se piensan las cosas de forma abstracta, otras como están calculadas para que salgan, y otras, como salen humanamente y a veces, nos debemos resignar.

Estaba clarísimo. El avión salía a las 20:30, del hostal me pegaban la patada a las 12. Sería un viaje largo y pesado, pero estaba claro, comería, iría derecho a la estación de trenes de Milán, cogería un Bus a Bérgamo, en Bérgamo esperaría hasta las 20:30, llegaría a las 22h a Beauvais, y allí, a eso de las 22:10 saldría en el autobús a París. Una vez en París, a eso de las 23:15, cogería un metro y por último, el tren que salía a eso de las 24h para llegar aquí a las 2:17.


Vale, la realidad. Me levanto a las 11, después de una noche de paseo con burguers, helados, información turística de un chico majísimo llamado (Nunzio) que hablaba de la historia de su ciudad, de chicas, de cervezas, y de nuestras propias historias. Nos pusimos música y bailamos taimadamente. Las alemanas que habían, a punto de acostarse con el irlandés y el finlandés macizorro, querían hacernos el amor a lo burro, pero antes de ellos no lo sabrían ni después de haber copulado con ellas, infelices monstruos, ahí estábamos nosotros, salsa de la vida, bailando el rock más peruyo y decadente que se eche uno a la cara, apenas borrachos y desgastando las energías. Vuelvo, vuelvo a la realidad de las 11. Nuncio no está, recojo las cosas, macuto y una libreta en el que me han escrito un par de bonitas dedicatorias (las pondré). Desayuno un bocata y un último capuccino, cojo el metro y llego a la estación a eso de las 12:30, y el bus de preferencia era el de las 15h. Vale, las 15 va bien, mientras miro a la gente y pregunto obviedades a los revisores para ver si en vez de miedo sigo dando lástima, yo qué sé, a fin de cuentas, era un estado algo lastimoso, ver a un ente tan blanco debajo de un sol tan absoluto.

A las 15 montamos como borricos aléeee ehhhjee, y a las 16h llegamos al aeropuerto, algunos guay, yo matado y con 4 horas de espera, pero de ahí, cojo un avión y me planto a poco de mi casa, vamos que ya queda poco. Queda comer, leer un poco, fumar, leer un poco más, pasear la terminal, mirar el móvil, comprar aspirinas en una farmacia (dependienta de edad media muy maja). Sí, iba con un buen trancazo encima, aún me dura algo. Espero, me como un bocata, me como un pastel, espero, escucho música, hago la cola, me la descolocan unas inglesas efervescentes, subimos, se me taponan los oído y un francés joven, petulante y orgulloso de reírse sin complejos y tocarle los muslos a su novia a palmazo limpio me dedica miradas altaneras. Ande y arda en el infierno... bueno no pasa nada, el trancazo me impide pensar, en momentos oir, me duele todo, pronto acabará, y sólo sentiré frío al salir.

Salgo presto, raudo, veloz.... pero como coño... las 22:30, joder, al bus ya puto ya.
22:40, el bus sale... por qué ha tardado tanto? por qué estoy tan neurótico, el bus no tardará más de 1 hora.

Es el trancazo que llevo? mi inminente odio por los iphones y la chica que lleva uno todo el viaje al lado? esa herramienta absurda que despersonaliza a diestro y siniestro? ... Por qué mi autobús corre a 60 por hora?
por qué son las 23:40 y quedan 30 km? Amigo conductor, la senda es guay, acelere....

No hay nada que hacer, tengo un iphone a todo gas a mi lado, todos tranquilos, a 5 min de dar las 24h.... 24h, hemos llegado.

Me doy prisa, voy al metro... es una batalla perdida, son las 24:10

Llego a la estación poco después, verifico que he perdido mi billete, el dinero y toda opción de llegar esa noche a mi casa... así que me salgo y me meto en un Quick a comer hamburguesa... a eso de la 1. Qué hago? duermo en un hotel y que me saquen los ojos? o espero hasta las 8 con la estación cerrada con mi resfriado medular y ahorro dinero?

Las dos opciones son jodidas, y yo opto por la peor, la tercera, no estipulada. Me pongo a andar, y fíjate tú, que salgo al único sitio que me quedaba ver por Paris. Al Moulin Rouge, lleno de gente, pasado le Moulin, una calle de sex shows, llena de gentuza, giro sobre mí, y giro mi macuto de 10 kg, cojo carrerilla, a los 20 minutos un hombre intenta pararme, y casi seguro, robarme, pero me dirijo a una comisaría. Ya no pasará nada, al lado además hay una tienda en la que me compro dos litros de zumo. Mis pulmones están escocidos y mi salud es frágil. Los 10 kg pesan mucho, y son ya las 3:30. Decido andar hasta encontrar un hotel.

2 estrellas, en frente de la estación, he mirado ya precios, están igual, 90 garfios por una noche. Allí fui. Dormí hasta las 11:30 que me llamaron para echarme, compré otro billete para las 12:50 y a las 15 ya estaba aquí.


París de mis amores, si te diesen por el ojete no me entrarían ardores

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