domingo, 4 de julio de 2010
La organización secreta - Melón Cabra
Desde el mes de diciembre que nos vemos azotados por la mala gestión de los superiores sobre el pavillión soret. La encargada de dirigir al equipo de enfermería, fisioterapia, logopedas, ergoterapeutas, psicología, es una mujer pequeña, endeble de carácter, buena de corazón, pero tan fácilmente maleable, que su poca personalidad, se descubre como algo ridículo y traumáticamente adulterado.
Esta mujer pasa, empezó a coordinar un servicio con especialidades que no conocía, dando tumbos como una marioneta pizcueta. Estaba verde verde en su trabajo, pero era, y es actualmente la directora.
Las pifias cada vez eran más gordas. La visión de personalidad ridícula aumentaba cada vez más, hasta hacerse un personaje ridículamente torpe y minúsculo. Sus opiniones, sus órdenes, cambiaban como la personalidad esquizoide de ridículas a absurdas hasta tocar lo irreal.
Mientras el magma explotaba a borbotones como la picha de un lefítico pajillero dentro del hospital, ella se dedicaba a traer lápices y bolígrafos, en vez de traer más personal y evitar que otros emigrasen a tierras menos turbias.
Pasan 6 meses y muchas reuniones con muchas estupideces de por medio, la gente no se aclara con la función que desempeñan médicos, fisios, ergos, secretarias, enfermeras, todo está confuso, y eso hace que hayan más reuniones, más trabajo y más confusión.
La situación ya es inaguantable, y ella ya lo siente, todo se viene abajo, y ella se pone tacones para reafirmar su postura y emplea un tono que gasta el 90% de su fuerza mental. Es por eso que en una reunión se cayó como un jabatico, en toda su pequeñez, en todo su bondad... y patetismo, que suena cruel, pero lo era.
Los fisios estaban colmados de trabajo, y ella tuvo que poner orden en una vorágine de tomo y lomo, veía que una orgía de demonios sobre el hospital se alzaba y ella decidió exorcizar a la madre que los parió, y para ello encontró la causa. Los fisios trabajarían más, pese a haber caído en numero de efectivos, pese a que los pacientes fuesen más pesados, les leyó la cartilla, se cargó de razón y echó para adelante pese a la resistencia de éstos.
Éstos le pidieron hablar con los sumus médicalis, 6 meses después de mil trifulcas, de mil desvaríos, de la caída casi todal del imperio. Y qué pasó: que los médicos le leyeron la cartilla al botarate directorus.
Ahora pendemos de un hilo. Pero importa poco, cargados de responsabilidad hasta las trancas y con una libertad del que no puede hacer más, follen y puto follen porque todo da igual.
Moraleja: Fíate de ti mismo y documentate bien sobre todo lo que pase a tu alrrededor, crecer es una tarea difíicil y los rangos son algo a discutir, no justifican un grado de inteligencia.
Buenas buenas a todos y un abrazo
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querido MC,
ResponderEliminarla incompetencia es algo evidente en los jefes, sobre todo, si son jefes directos, de los que sus decisiones se ven en la organización de un sistema a pequeña escala. Si la incompetencia se les diagnostica a tiempo sólo tendrán tres salidas: mejorar, empeorar, o negar la mayor, haciendo como si nada fuera cosa suya. El tercer tipo es el que más gusta a los jefes, como los Phoskitos a los guachos, y ésa es la razón de que muchos de ellos tengan un pitido continuo en las orejas, porquue todos les ponemos a caldo el caldero.
Desde aquí sólo podemos decirle Ánimo, no se achante, no ceje, no desfallezca, y dele duro a los pacientes con sus tècnicas de cucutraker in the espalder y demás
un abrazmatazz
"If I was young, I'd flee this town
ResponderEliminarI'd bury my dreams underground
As did I, we drink to die, we drink tonight"