miércoles, 12 de mayo de 2010

THINGS ARE WHAT THEY SEEM, por Mr Dry


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(Los Mayos Locos del Profesor Drylicus les ofrecen este post)


Cuando Adolf Hitler llegó al poder obteniendo el 44% de los votos en las elecciones al Reichstag (cuyo incendio se había encargado de orquestar unos días antes, para así acusar a los partidos de izquierdas y ganar por fin las elecciones), no sospechaba que su vida iba a convertirse en lo que después se convirtió. Sencillamente, él solo quería tener el poder. Cuando se lo dieron, simplemente empezó a usarlo. Como saben, se anexionó Austria, invadió Renania y los Sudetes, y puso sus tropas en Danzig, a punto de asaltar el famoso "corredor polaco", que el Tratado de Versalles le había arrebatado a Alemania.

Dadalier (Fr) y Chamberlain (UK) se reunieron con él en Munich para tirarle de las orejas: Oye, Adolfo, no te pases.

Pero Adolf tenía el poder. Y una persona resentida con poder es quizá lo más peligroso del mundo. Así que se le mezclaron en la cabeza viejas rencillas con compañeros de escuela, ideas subnormales sobre banderas e himnos, esteticismos varios con respecto a la superioridad de las razas, y quizá una suerte de tedio vital, ése que muchas veces nos hace tirar por la calle de enmedio simplemente para ver qué hay.


Así, cruzó la frontera polaca, lanzó su flota hacia el Mar del Norte, se hizo con Dinamarca y Suecia, intentó invadir el Reino Unido (y al ver que no podía, lo bombardeó), avanzó igual que sus abuelos atravesando Holanda y Bélgica para conquistar la mitad de Francia (y desfilar triunfante por los Campos Elíseos, rompiendo para siempre la historia de amor entre Bergman y Bogart), se hizo con toda Checoslovaquia, y traicionó el pacto de no agresión que había hecho con la URSS, llevando sus tropas a las puertas de Stalingrado.

Winston Churchill dijo entonces su famosa sentencia, en la que criticaba a los franceses y al gobierno de Chamberlain por no haber intervenido antes a pararle los pies al matón del instituto: "Teníais que elegir entre el deshonor y la guerra. Elegisteis el deshonor;y así, tendréis la guerra".

Las cosas son lo que parecen, lo que sentimos que son.

Chamberlain y Dadalier confiaron en que Hitler frenaría. Eva Braun quizá pensaría alguna vez al dormir a su lado "bueno, son cosas de hombres, seguro que él las entiende". Los alemanes de a pie confiaron en banderas de colores o se emborracharon de promesas locas (credo quia absurdum est). Sin embargo, en su fuero interno, a todos ellos algo les decía : ¿y no será que le hemos dado el poder a un loco? ¿no será que ya no hay vuelta atrás, que la vida tal y como la conocíamos y la soñábamos nunca será más lo que fue?


Cuando quisieron reaccionar, ya era tarde; y todos los parches se fueron cayendo, uno a uno, y la verdad se desvelaba, y la vida se hacía real en forma de trincheras, de madres gritándole al cielo que no caigan más bombas, de brazos tatuados con números de serie, de suicidios cobardes en bosques perdidos.


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3 comentarios:

  1. Entonces el pueblo, nosotros, fuimos tontos? él muy listo? tuvo la culpa? supo aprovecharse de lo peor de cada uno en un circo muy boyante.

    Sólo me cabe añadir que desearía que le hubiesen pegado millones de capones más en el colegio hasta dejarle pizcueto, entonces daría lástima.... puff

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  2. Prefiero el mierdichat del facebook12 de mayo de 2010, 20:28

    efectivamente, amigo escaip.

    ya lo dicen los famososos Ortega y Gadget en su libro La Revolución de las Masas: dale a la peña una solución rápida y fuegoartificialesca y te aplaudirán hasta que les salgan ampollas (I am pollas) en las manos (hey, hermano).


    Esto me pasa por escribir post en la hora del desayuno, con resaca (sí, me puse paver un martes) y con 40 Latino de fondo.

    Que los Hitlers modernos se vayan a la mierda.
    Que han puesto columpios.
    Y por lo visto toca Dorian.


    Saludos, proletarios existenciales del mundo ttejero, se sienten, coño.

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  3. Modernufos que se juntan en habitaciones oscuras a criticar a criaturas indefensas, a la hoguera

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