Querido Maestro Wi Tei,
le escribo desde las lejanas tierras de La Ribera, desde la roca esa donde pega la sombra del olivo. Verá, el otro día de mientras usted utilizaba la técnica de las palas como herramienta pedagógica pasé a su lado y tan concentrados estaban en el juego que no me atreví a interrumpir.
Pero no pude evitar oir la conversación y pasé y pasé y volví a pasar, así como 20 veces como 20 polvos le echaría a la chica de la que le quiero hablar. Verá maestro, como sus aventuras son tan famosas, esta mañana, me he encontrado una nubecilla de esas de la propaganda de Vueling y me ha visto tan apenado que me ha dado la dirección de su blog, ése donde hace gala de su sapiencia.
Verá maestro, necesito de su curso CCC: esta tarde estaba con esa chica cuyo nombre rima con teta.
Teta: ¿Quieres escuchar algo divertido?
Estroncio: Sí, dime.
Teta: Pues resulta que mi novio me ha llamado porque ha salido y se ha dejado las llaves dentro.
Estroncio: Como que se ha quedado encerrado dentro del piso?
TETA: es que aproveché para mirarselas por eso escribo mayúsculas, me parecían más grandes. No, no, que se ha olvidado las llaves dentro y ahora no puede entrar.
Estroncio: Ah, pues quiero conocer a tu novio, parece un tío divertido o tan despistado como yo, me caerá simpático. Además, no te preocupes, que seguro que ha encontrado un buen bar donde esperarte hasta que llegues (pobre animalico que a su novia todavía le queda como una hora y media para llegar a casa a arroparle como yo claramente merecería).
Teta: No, si eso es lo que me preocupa, que lo haya encontrado.
y a partir de aquí ya se me vinieron los demonios.
Querido Marlowe Cinco Estrellas, mis sabios consejos sobre temas de tetas se reducen a uno solo: nunca hables de sus pasados/presentes/futuros chorvos. Sé que hay algo en ti que inevitablemente te acerca a semejante abismo: cuando sientas que te va a ocurrir, pellízcate fuerte un huevo o intenta pensar en otra cosa.
ResponderEliminarAlgunas chicas quieren hablar de eso. Some like it hot. Ojalá pudiéramos desatornillarnos la cabeza, como Bender