lunes, 19 de abril de 2010

TETAS 1: una serie de posts a todas luces inapropiados, por Mr Dry









Escuchando los Estudios de Jean Phillippe Rameau, alimentándome de lo único que mi cuerpo humillado por tres enfermedades seguidas puede tomar (Aquarius sabor chirimoya), y al borde de la desesperación por múltiples motivos, me decido a escribir sobre un tema light para exorcizar demonios y soliviantar a las lectoras femeninas del blog.

La tesis de mi argumento viene a ser que "Dios da kleenex a los que no tienen mocos", o speaking in silver, que te puedes desesperar intentando ligar con quien sea, que las chicas solo te harán caso cuando no puedas hacer nada ...porque ya tienes pareja.


Sí, es un post machista, subnormal y facilón. Si no les gusta, ruego me chupen un pie.



SITUACIÓN 1: Engañados por el bien


"NOVIA" DE DRY: Dosdedos

CANDIDATA: Satellite of love



Corría el año 1998. Algunos de ustedes, como Marlowe, aún no habían nacido. Yo estaba en la playa, haciendo un curso. Una de mis compañeras de curso era una criatura celestial. Los cabrones de mis amigos la llamaban "Satélite" porque, según ellos, mientras uno de sus pezones miraba al Meteosat, el otro miraba al Astra. Vaya que tenía una personalidad que uno no podía obviar así como así. La verdad es que una vez que me lo dijeron ya no podía mirarla sin lanzarle fugaces vistazos a la parte de arriba de su bikini.
¿Era verdad lo que decían mis colegas? Pues sí.


Esta chica, además, era la envidia del curso. Era lista, apañada, guapa, ... y luego estaba el asunto de sus pezones, claro. El caso es que a ella le hice gracia yo, el chaval torpón, sin abdominales y que cantaba cancioncicas con su guitarra. Mis amigos surferos y superabdominalizados no lo podían creer y me daban codazon sin parar en las costillas.
Yo, por dentro, me debatía en un terrible dilema. LLevaba un par de meses con Dosdedos, una chica con la que había compartido un verano aburrido y las penas por su exnovio (¡ese Pagafantas, oé!). No era una relación seria, pero es que yo en aquella época tenía un código moral, que ríase usted de los samurais.
Un día, después de una fiesta, Satélite y yo nos quedamos solos en la playa. Yo tenía mucho frío, pero me parecía ir contra la magia del momento (además de quedar como un capusho), el pedirle que nos fuéramos dentro del hotel. Así que el plan parecía que iba a ser quedarse a dormir en la arena.
Ella me habló de las estrellas, de sus sueños, y de muchas más cosas, mientras yo tiritaba disimuladamente. Amaneció. Me dijo que la besara. Yo le dije que no podía, que estaba con alguien. (En mi cabeza pensaba: "Dry, hace ya tiempo que quieres dejar a Dosdedos, además, qué coño haces con ella, etc...") En esas estaba cuando ella me cogió de la mano y me subió a su habitación. Me dijo "no tienes que hacer nada, es solo que quiero que me des las buenas noches". Se puso un minimicropijama, los satélites comenzaron a emitir, la cabeza me daba vueltas. Ella se me acercó y me dio un beso en los labios, en la que debe ser la caricia más suave y cálida (más bien tirando a ardiente), que me han dado jamás. Yo repetí como una cacatúa: "me tengo que ir".


Me salí de la habitación, e imitando a mis héroes hollywoodyenses favoritos, apoyé mi espalda contra la pared, y ahí mismo en ese pasillo me fui quedando poco a poco dormido. No sé cuánto tiempo después, una chica de la limpieza me despertó y me dijo soriéndome "¿Va todo bien, señor?"


Pues no. No iba nada bien. En vez de destrozar la cama de la habitación 215, en vez de viajar del Astra al Meteosat, en vez de ir dando saltos de alegría y llamar a todas las puertas para colocarme una medalla en cada una de ellas, en vez de todo eso, me iba a tener que ir a mi habitación, a ducharme para quitarme toda esa arena de encima, a acostarme hasta que empezara el curso,...
Y, por supuesto, a pensar qué iba a hacer con Dosdedos después de esto.


Sin embargo, el destino es mu ihoperra. Los acontecimientos se precipitaron, y realmente, yo tuve que actuar poco.


Una semana después, de vuelta a mi ciudad, Dosdedos me confesó que me había sido infiel varias veces con un chaval (una especie de heavy orco de las cavernas), y me dijo que yo no le molaba ya ni un poco, que no era nada heavy ni parecía peligroso, que me dejaba. Se giró después de hablar conmigo y se perdió entre la gente. Todo habría ido bien, si no me los hubiera encontrado esa misma noche pegándose el gran fileter en mi bar favorito (que ya hay que tener estómago, joer).

Yo pensé "bueno, Dry, evidentemente eres tonto si has estado con una tipa así. Ahora, reacciona. Llama a Satelite"

Cuando llamé a Satélite para invitarla a una cerveza, me dijo que no podía quedar. Al quinto o sexto intento, me soltó que no iba a quedar conmigo, que no estaba preparada para nada serio, porque lo acababa de dejar con su novio de cinco años y ya no sabía lo que quería.




Ay, caramba.






.

5 comentarios:

  1. Pordiosero Marlowe19 de abril de 2010, 21:29

    La magia del momento chaval, hay que aprovecharla, porque ya se sabe qué hay por makondo.

    Jo a mí me ha parecido una historia triste.Espero que aunque no sean sus tetas, los satélites te sonrían

    ResponderEliminar
  2. si es que no pué ser, hasta cuando quiero ser gracioso me sale el emo que llevo dentro. Debe ser la enfermedad, que me vuelve más tristón.
    Pordiosero Marlowe, ¿para cuándo un post luminoso sobre tetas de otros países?

    ResponderEliminar
  3. Buuhhh Marlowe, menos moderneo extranjero y más acción nacional

    ResponderEliminar
  4. Querido Dry, a veces suplantan mi identidad, yo no he escrito, no es la primera vez.
    Voy a tener que inventar algo para autentificarme, como adjuntar cada día una pieza de un puzzle o algo así...

    ResponderEliminar
  5. Buhhh, o escribir un post con tu firma

    ResponderEliminar

Por favor, deje su mensaje después de oir la señal.
¡Teeeeeteeeejas!