La tenía a mi lado, de pie, viendo el concierto. Con esa temeridad que inocula el alcohol, me atreví a ponerme a su espalda y abrazarla por detrás. Le di un beso en la mejilla (que ella no rechazó).
Le canté (le grité) al oído (en la oreja) la letra de la canción.
Dios, qué suave era.
Le pedí un beso (y me dijo que no).
No me podía despegar de ella.
Todo el mundo miraba al escenario y yo miraba sus mejillas, como idiota por volver a aterrizar mis labios en una de ellas.
(El resto es un secreto).
PD: Echaba de menos el blog. Menos moderneo y más biofruteo.
Es una lástima que no haya querido que encendieses sus mejillas. Guardarás uno de tus besos para mí?
ResponderEliminarMe alegro de leerte. :)
ResponderEliminarSeguro que es un no con la boca pequeña, no desistas :)
Saludines,
YoMisma
qué bueno es recibir de nuevo comentarios!
ResponderEliminargracias, ASMT y Yomis!
A ver si es verdad que resucitamos el Biofrutismo
Os daba por desaparecidos y mira. Sabía yo que pronunciar vuestro nombre tres veces frente a un charco en la calle antes de vomitar el calimocho servía para algo.
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