Philadelphia - MADCAP

He comenzado mi segundo paciente con la misma vaguedad de los días anteriores, pero en el ambiente había algo distinto que no había percibido. La cadena de radio no era la de los ritmos tontos bailongos como de costumbre.

Estaba subido en una camilla con la pierna de una persona en alto. Todo sonaba al mismo chisme monótono de siempre, pero tan potente y frágil que uno nunca puede firmar nada sobre seguro, así es el futuro, impredecible como afirman catedráticos especialistas en futurología más.

Hay veces que una canción te hace saltar, abrazarte, fumar un cigarro, mirar de forma lasciva, enamorarte, desear morir, pero en concreto cuando ha sonado "philadelphia" de bruce springsteen me he erguido como una gacela, he mirado hacia las cristaleras que dan a la ciudad, pasan al mar y deja paso hasta poder ver el monte. Después mis ojos se han convertido en una betacam llena de substancialmente lóbrega y he visto los registros de una nueva gama en los rostros de los pacientes. Todo era trágico y magnífico, todo era importante y solemne, mi peso se plasmaba en sus turbias vidas y me pegaba golpes con sabor a pasado en la retina, haciendo un fresco con una canción magnífica como telón de fondo.

El acto ha acabado y yo he salido del teatro; de mí, para meterme en algunos de mis pensamientos sobre el carácter lechoso de los franceses y su cerebro virginal, para pensar acerca de las madres, sobre mis nuevos dolores para buscar síntomas, signos, cuadros clínicos y posibles patologías desencadenantes. El precio de vender una parte del alma para poder llevar una vida más tranquila, la dicotomía que vivo sin pena ni gloria, lo increíble que puede ser la memoria, y como caprichosos momentos me capturan, muy precisos, y numerosos. Como es tan cierto que sólo una persona se puede sentir algo llena poniendo su vida junto a la de otra persona, es decir, echándose pareja que le aguante. Como la química altera el producto de los factores y como los factores son insufriblemente muchos y tan leves que forman una explosión de tonterías serias. Como podría inundar el mundo con mi bilis y con mi misericordia siendo el corazón podrido de jack, como puedo ser tan bueno como cásper y que me apuñalen como a un mandril de media pulgada, como dormir y qué acto sigue al peor de los otros actos para no tropezar, y quien sabe que otras cosas furcias se me han pasado por la cabeza y lo que he podido profundizar en ellas. Al final importan lo mismo que la vida.

Eso sí, aseguro que no tenía pensado el embotaros la cabeza a quien haya sufrido esta instigación.

Le mando un abrazo al calvillo de la coronilla que ha sido retratado en la playa, me alegra saber que no pierde sus buenas costumbres, que con la ardilla judía he hablado y todo le va más menos bien, quizá sigue siendo él y ya está, y ornie, un misterio que resolveré cuando vaya.

Un abrazo a todos