viernes, 20 de noviembre de 2009
CHIN PÓ Y EL ELEGANTE VUELO DE LAS GRULLAS, por Mr Dry
-Tengo miedo maestro- dice Chin Po, mientras estira el cuello hasta alcanzar la posición del urogallo, señal de que estamos ante un examen de conciencia zen, una especie de tutoría en la que el discípulo está obligado a abrir sus pensamientos ante el maestro.
-Lo que tienes es pasta de dientes en la comisura de los labios, querido- Le contesta el venerable Wi Tei, maestro de maestros.
-Discúlpeme, senshei. Le decía que tengo miedo. La frontera entre la razón y la locura se me ha difuminado. Ya no soy tan riguroso como antaño para controlar mis pensamientos. Ahora divago sin parar y me creo lo que me digo. Me he vuelto cínico, maestro, ya no creo que pueda hacer nada para cambiar las cosas.
-Enormidades dices, querido Chin Po, quizá deberías empezar por recordar que estás en un monasterio budista, y que aquí las palabras se comparan con el silencio antes de ser pronunciadas. Además, tus tremendas y afectadas explicaciones son siempre el disfraz que le pones a problemas cotidianos como ir al mercadona o ligarte a una chati.
-Maestro, ...creo que está usted siendo injusto- dice Chin Po, y al contrario de lo que debería hacer, no se golpea los testículos con el kinju por haber sido insolente con su senshei.
Wi Tei le mira desde su silla (que se diría trono, tal es el relativismo de las cosas) mientras acaricia el lomo de un escuálido lobo negro que está erguido a su vera. Un momento después, el anciano añade con calma:
-Te has pasado la disciplina zen por el arco del triunfo, joven e impetuoso Chin Po. Y quizá tengas un buen motivo para ello. Sé que andas dolido conmigo por haberte descuidado para ocuparme del pequeño lobo Sebastián. Además no ignoro que tu frustración es un enemigo difícil de abatir, ya que quieres pero no sabes qué. Pero eso no te da derecho a llamarme injusto. Vamos, que me bajo y te pego dos hostias, vaya.
-Lo siento, maestro, ha sido un calentón.
El discípulo coge el palo kinju y hace el ademán de golpearse con él ,pero en el último momento frena el golpe y mira desafiante a su maestro. Entonces arroja con fuerza el kinju contra la pared. El sonido rebota por toda la austera sala.
-Maestro, abandono el monasterio. Me vuelvo a Murcia.
Sebastián emite un quejido.
Se oye un portazo.
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jajaja, cada día me gustan más las aventuras de Chin Pó... dan para un blog alternativo el blog de Chin Po...
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