sábado, 3 de octubre de 2009
THE FAB FOUR*, por Mr Dry
*Que me perdonen los beatlemaníacos por usar el sobrenombre de sus dioses en vano.
Walter ni siquiera vivía en la ciudad. Puso un anuncio en la que se ofrecía para tocar en cualquier banda porque necesitaba algo, cualquier cosa, que le sacara del hoyo. También podría haber sido la fotografía, la cocina, o la meditación trascendental. Sin embargo, la llamada vino desde la música, un viejo amor que no había conseguido cuando le tocaba por edad y que había envidiado desde debajo de los escenarios durante muchos años. De repente le surgía la oportunidad de volver a tocar, de ir a un local de ensayo cargado como una mula, de beber cerveza y sudar junto a otros músicos, de ver crecer a las canciones hasta hacerse independientes, de subirse a un escenario.
Era con diferencia la peor época de su vida. La “felicidad” le provocaba úlceras en el corazón y no tenía plaquetas para poder cicatrizar las heridas. Por eso no tenía perspectiva para ver que aquella oportunidad se iba a convertir en lo mejor que le había pasado en su vida. Cuando Walter entró a formar parte de la Orquesta de Jóvenes Alcóholicos de la Región de Murcia su mundo se fue progresivamente alejando de aquella ciudad fría de la que hablábamos al principio, y acercándose a la que hacía muchos años que había dejado de ser su casa.
The Fab Four eran tres hasta que llegó Walter con sus miedos y su sonrisa de hierro y su ignorancia absoluta acerca de todo. Eran Ringo, Paul y John, pero sin malos rollos entre ellos, ni Yoko Onos, ni Allen Kleins, ni Brian Epsteins.
Tenían unas canciones con una buena media, entre el 6 y el 7, quizá alguna con un 8, y varias con un 4 (algo que se perdona a todos los grupos si son capaces de darte un buen chute de vez en cuando). Sin embargo, Walter llegó justo en el momento en que todo iba a eclosionar. Lenon y Mc Cartney estaban siendo abrazados por la gracia de las musas, y juntos dieron a luz –durante el tiempo en que Walter estuvo con ellos- doce canciones como doce catedrales góticas con sus pináculos, arbotantes y rosetones.
Era la edad de oro del pop murciano, y los Jóvenes Alcóholicos -como buenos vanguardistas- pasaban desapercibidos a pesar de llevar la antorcha olímpica en las manos. Sus grabaciones quedarán en las estanterías de sus amigos en forma de cedés grabados y portadas fotocopiadas y recortadas a mano, que es prácticamente como estar en el almacén ese que se ve al final de En busca del Arca Perdida.
Como el 99 por ciento de las bandas amateurs, los Fab Four fueron atropellados por las circunstancias. En su honor debemos decir que ninguno de ellos gritó sálvese quien pueda mientras el barco se iba hundiendo cada vez más, sino que seguían tocando, como la orquesta del Titanic, hasta que el agua los trago del todo. A Walter, tan dado a las reflexiones grandilocuentes y épicas, le parecía que no se podía pedir más. Aquellas tres personas (o diez, si sumamos a todo el entorno) le habían servido de tabla de salvación en su naufragio, junto a ellas se había reído hasta doblarse como una silla plegable, había salido de gira (cumpliendo así uno de sus sueños húmedos de adolescente), y ahora formaban parte de la lista exclusiva de sus mejores amigos del mundo internacional. Y para acabar, habían demostrado un comportamiento ejemplar.
En la actualidad John se divierte con su banda paralela, LNEB. A Ringo le van a proponer tocar con The Alan Bikers, seguramente lo va a rechazar: después de una juventud agitada, quiere retirarse con su novia al país ése donde van los elfos. El increíble Paul aún tiene cuerda para rato, por lo que quizá se vaya con My Zeta Rar a experimentar más allá de las barreras del sonido. Walter, por último, ha sido tentado en muchas ocasiones para formar parte de bandas como La Caja de Rosas o The Fliyin´ One. Le gustaría estar en LNEB con John, o en cualquier cosa con Paul (aunque fuera ir pidiendo por la calle cantando canciones andinas). Sin embargo, parece que aceptará la oferta de The Pupils.
Sin duda, no hay escena más bonita en toda la historia de la música que The Beatles tocando en la azotea de Apple Records en el año 69. Ése fue su último concierto.
Buena suerte, fab four.
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A ver, me ha gustado mucho tu post que no he entendido, lo reeleré cuando no vaya borracho.
ResponderEliminarSi he entendido bien me ha parecido entre kinsquilloso y fofo, una cosa que expresa mucho para los adentros pero al exterior si no se sigue de cerca con unos prismásticos estás más perdidos que un MC en su puto propio cuerpo, eso es lo que más me ha gustado, como buen captador de talentos a primera vista, creo aún borracho que es de lo mejor que has escrito, follen, puto me follen digo, mis días están contados, sólo que no lo sé, y eso, walter seguirá como sigue su vida.