Helado Francés - Madlack free society

Deseo antes de morir atragantado por mi bilis, que se le parta el cuello a algún bretón de los que se mira el ombligo pendientes de cazar un pez medio muerto en un sumidero.

Creo que llegados a esta altura de la aventura puedo hablar de mis compañeros de trabajo, y no lo hago por gusto, lo hago por necesidad y con despecho, la prudencia se ha acabado, he analizado y aguantado todo lo que su insípido ser pueda emanar de pegajosa muerte.

Michel: Hombre de unos 45 años, estatura normal y sonrisa pérfida que mantiene como lo hace con su firma para rellenar documentos. Tiene ciertos aires de grandeza, cree en el yoga, defiende su extravagancia con la normalidad y apuntala a los demás con una gruesa ironía dirigido al que piensa más débil. Tiene pinta de poner el culo donde deba para subir escalones, es sin duda el alumno privilegiado de la clase, pero con bata blanca y una falta de atención y tacto que por supuesto van han quedado en él.

Marie Kat: Cuando no sabes francés es difícil saber de qué palo va. Parece competente, a veces atenta, pero se le nota un aire distraído. Está distraída en sus problemas y lo concentra todo en forma de nerviosismo histriónico tanto en el despacho como en sus gestos acelerados. Es la jefa de kinés. 55 años. Pregunta mucho, incluso retiene cierta información sobre las respuestas, pero no le interesan. Es un robot autómata competente, y también suele mostrar cierto desprecio y un ego yo de un ombligo con el universo agazapado dentro con miedo. Sin ir más lejos hoy ha quitado el cd que he puesto, y claro, está justificado porque me voy.

Dominique: Yo le llamaría el charcutero de Krakovia, ojos azules, gordo, escaso pelo rubio y canoso, unos dientes negruzcos y torcidos. 36 inútiles años ha cumplido hoy. Seguro de sí mismo, de sus supremas tonterías. Sin duda es algo retardado, un simplón, no diría esto si no fuese porque te escruta con la mirada, te la clava en los ojos, mantiene un silencio de 10 segundos, adopta una pose interesante y te interroga lenta, y tórpemente. Sin duda un arma efectiva para creerse un poco más en el trabajo. Es un bufón que quiere ser adulto, y ya ha cogido un camino al que ha llegado por un tobogán rosita.


Marie Christine: Gorda, siempre sonrisa en su cara de bollaco. Va al W.C. unas 6 veces al día, y ella sólo hace media jornada. unos 45 años. Se enreda en papeles. No habla casi. Sólo mira, sonriendo, y luego a hurtadillas suelta algún comentario todo lo más. Se encarga de recoger las cartas para todos, y si puede enterarse de algo más, pues mejor para ella.

Alain: hombre soltero de 55 años, sorprendentemente me cae bien, pero es de nacionalidad belga. Pone música de vez en cuando, trabaja bien y no guarda una pose. Tampoco guarda una estrecha relación con los demás, ni conmigo, pero es natural y humano, y como él dijo una vez, se nota que es muy complicado.

Sophie lefeuvre: Guapa, 26 años, trabaja bien, me acogió también bien y me cae bien. La estoy sustituyendo por baja por maternidad, sobran las palabras.


En trazos generales puedo decir que es gente recelosa, callados, impertinentes en todo lo que no hablan y lo mucho que expresan, distantes. Dejan aparte al paciente y se transforman en semidioses, pero claro, hay una psicóloga para hablar. No hay música, hay críticas con sonrisas, hay mutismo, combinan a la perfección todo lo que muchos pacientes han vivido toda su vida y de lo que buscan huir.

Pdta: Dentro de todo ese caos, he logrado poner cordura y hacer que dos viejecillas afables jueguen con una pelota y sonrían. Si es difícil en España, en Bretaña si no difícil, mucho más extraño.