viernes, 18 de septiembre de 2009

EDNA K, por Mr Dry




Como saben, porque lo expliqué en este post , me he cambiado de trabajo (y, por extensión, de Sistema Solar). Pero como muy bien dice mi amigo MC Flumil Forte, citando a Magnolia, "puede que tú hayas acabado con tu pasado, pero que tu pasado aún no haya acabado contigo".

Usaré el orden cronológico para contar esta historia, entre bonita y desagradable, justo en ese punto intermedio que hace que sea de noche y de día al mismo tiempo, que haga frío y calor, o que seas una mezcla entre imbécil y genio absoluto.

Yo trabajaba antes en Menosmola Corporation una pequeña empresa en la que había jefazos, jefes, jefecillos (aquí, dry) y un montón de operarios. Entre los operarios destacaban sin lugar a duda las jóvenes y lozanas secretarias en prácticas, contratadas temporalmente por mi empresa para ahorrarse unas perrillas a hacienda. Entre los de la empresa a veces comentábamos que si ésta era muy guapa y muy lista, o si aquella era la que tenía las mejores ttjas, sin sobrepasar jamás el techo de cristal que nos imponía nuestro sentido común y el hecho de que nuestro jefe -el señor Nomolo Enabsoluto- nos pudiera poner de patitas en la calle por tirarle los tejos a sus secretarias (no por ellas, sino por el convenio, que se le podía ir al carajo).

ExcelGirl era una de esas secretarias. Pero no una cualquiera, no. Todos en la empresa la conocían por tres razones: 1)su padre era uno de los socios (y archienemigos) del Señor Nomolo. 2) Era la novia de otro chaval en prácticas, y juntos hacían la pareja más estomacante de la empresa, siempre haciendo manitas y poniéndose ojitos en plan cuchipú. 3) Era la tipa más eficiente de toda la empresa, pura energía e inteligencia al servicio de su propia carrera profesional que ya en esos momentos se adivinaba meteórica (por si no se me ha entendido: vamos, que era una trepa con mucho talento. Dicho esto sin acritud, y desde el cariño; sobre todo, después de lo que pasó ayer).

¿Qué pasó ayer?

Pues que ExcelGirl me mandó un mensaje de móvil declarándoseme. Con un sentimiento de culpa que impregnaba sus palabras hasta sugerir que lo había escrito entre lágrimas me decía "Dry, no debo pensar en ti... pero no puedo no hacerlo". Toma ya. Meses de relación cordial, fría el noventa por ciento del tiempo, y ahora, una salida por peteneras que ni Enrique Morente con seis cervezas.

Recapitulemos, por si alguien se ha perdido (yo entre ellos):

es ExcelGirl
hace cuatro meses que no la veo
tiene novio
su padre es gilipollas en modo supino
acaba de terminar sus prácticas (o sea, soy considerablemente mayor que ella; más o menos, como la edad que me separa de Areté)
Vivimos en Comunidades Autónomas diferentes, y como Marlowe sabe, el tema de las competencias hace inviable cualquier pacto autonómico.
Me ama, y eso es un handicap para ella (es el famoso síndrome de Groucho, que W Allen explica al comienzo de Annie Hall: "nunca pertenecería a un club que me admitiera a mí como socio").



La cuestión es que después de tanto rechazo, una cosa así, completamente extraterrestre, me ha hinchado tanto el ego, que ahora lo llevo sujeto con un hilo como los niños llevan su globo de Bob Esponja en la feria

ExcelGirl, no vas a leer esto jamás, pero que sepas que me has hecho sentirme querido por un momento.

Así, tu mensaje me recuerda el que Woodrow le escribe a Edna K., cuando ya sabe que no la va a volver a ver. El apuesto -y falso- jugador de baseball le regala los oídos con un: "..y cada tarde, el viento me susurrará tu nombre... EDNA, ...EDNA, ...EDNA".

Ella abraza la carta y se le dibuja una sonrisa bobalicona en la cara

2 comentarios:

  1. Digamos que eres todo un profesional, quizá de la metafísica. El mundo se puede poner a tus pies

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