“Como va a ser imposible, si a mí me pasa”, se pregunta compungida la protagonista de La Buena Estrella, porque está enamorada de dos hombres a la vez. La lógica le dice que no, que no es posible, pero su corazón tira de ella en direcciones opuestas, y nota la tensión por dentro. Uno es Antonio Resines, carnicero de profesión y buenazo donde los haya. El otro es Jordi Mollá, tan guapo como malote. Ella está dividida entre el hombre que la recogió de la calle y la cuidó hasta más allá de los límites del sentido común, y el hombre que la pone del revés cuando la besa.
Las personas que somos capaces de albergar sentimientos incompatibles entre ellos –y lo que es más, deseos incompatibles con la realidad- estamos destinados a tener una vida movida (algo que, además, rima).
Yo tengo un proyecto de ascetismo vital para este agosto, y al mismo tiempo estoy deseando que alguien me llame para echarme unas cañejas. Yo me estaba dejando las tracas gitaneras y la barba del Capitán Frudesa (Jexi dixit), y esta tarde me he dejado la cabeza como un monje saolín. Yo me había dejado el tabaco y quería reducir el cervecismo a niveles saludables, y aquí estoy, en el bar TTjas, fumando y bebiendo como si me fueran a dar un premio.
Total, contradicciones y más contradicciones.
Sin embargo, el bote se ha estabilizado.
Un amigo me explicó el siguiente ejemplo: Imaginen un caballo de juguete de unos 20 cm de largo, de esos que mueven las patitas y andan. Vale, ahora pónganlo en una mesa normal y denle cuerda para que ande en una dirección. ¿Lo visualizan? Bien, ahora, atenle un ladrillo en la cola con una cuerda, y dejen con suavidad que éste cuelgue por el otro extremo de la mesa. El sentido común no falla aquí: el ladrillo, que pesa un poquito más que el caballo, lo arrastrará hasta el extremo de la mesa… pero este no caerá. Justo en el borde ocurrirá la magia de la compensación de los vectores de las fuerzas. Formarán un ángulo recto perfecto, de la hostia, vaya. El caballo moverá sus patitas empujando en horizontal, mientras que el ladrillo intentará volver a su “lugar natural”, que es el suelo. En ese momento, las fuerzas se anulan y el caballito se queda allí, en el borde, sin caerse.
Las personas que somos capaces de albergar sentimientos incompatibles entre ellos –y lo que es más, deseos incompatibles con la realidad- estamos destinados a tener una vida movida (algo que, además, rima).
Yo tengo un proyecto de ascetismo vital para este agosto, y al mismo tiempo estoy deseando que alguien me llame para echarme unas cañejas. Yo me estaba dejando las tracas gitaneras y la barba del Capitán Frudesa (Jexi dixit), y esta tarde me he dejado la cabeza como un monje saolín. Yo me había dejado el tabaco y quería reducir el cervecismo a niveles saludables, y aquí estoy, en el bar TTjas, fumando y bebiendo como si me fueran a dar un premio.
Total, contradicciones y más contradicciones.
Sin embargo, el bote se ha estabilizado.
Un amigo me explicó el siguiente ejemplo: Imaginen un caballo de juguete de unos 20 cm de largo, de esos que mueven las patitas y andan. Vale, ahora pónganlo en una mesa normal y denle cuerda para que ande en una dirección. ¿Lo visualizan? Bien, ahora, atenle un ladrillo en la cola con una cuerda, y dejen con suavidad que éste cuelgue por el otro extremo de la mesa. El sentido común no falla aquí: el ladrillo, que pesa un poquito más que el caballo, lo arrastrará hasta el extremo de la mesa… pero este no caerá. Justo en el borde ocurrirá la magia de la compensación de los vectores de las fuerzas. Formarán un ángulo recto perfecto, de la hostia, vaya. El caballo moverá sus patitas empujando en horizontal, mientras que el ladrillo intentará volver a su “lugar natural”, que es el suelo. En ese momento, las fuerzas se anulan y el caballito se queda allí, en el borde, sin caerse.
El caso es que la frase de hoy es de Aristóteles, que resume lo que quiero decir (aunque tanta cerveza sincopada me lo esté impidiendo): para saber lo que tienes que hacer, tienes que hacer lo que tienes que hacer. El bueno de Aris no se detuvo en consideraciones de ningún tipo: hazlo y punto.
Lo que ocurre, como pueden imaginar, es que la mente recibe dos imperativos contrarios al tiempo. Haz esto y haz lo otro. Nada y guarda la ropa. Aprieta los dientes y rompe a llorar. Mantén tu orgullo y llama a esa chica. Haz ejercicio y bebe cerveza.
La situación llega a lo que el inventor de la teoría de juegos, John Nash (sí, el Russell Crowe de Una Mente Maravillosa), llamaba un "punto de silla": un dilema donde no hay criterio para optar por una u otra solución, y la cosa se pone en tablas, un empate donde la salida ya no será racional. Ese equilibrio no es inestable, antes al contrario: el caballo y el ladrillo han neutralizado sus fuerzas, y se quedarán así hasta que algo deshaga el empate, como por ejemplo, que se gaste la cuerda.
La opción A y la opción B, señora, en equlibrio físico perfecto.
Perdonen la dispersión de este post, escrito casi íntegramente en el bar TTjas y progresivamente regado con cerveza Estrella de Levante, levante una Estrella, amigo,
Abrazos
and keep on biofruitin´
y con esto me voy a dormir
ResponderEliminarale, a correr
El equilibrio de las fuerzas, el ying y el yang. A veces es tan díficil encontrarlo...
ResponderEliminarY sí, la vida está llena de contradicciones, que nos llenan de dudas. Supongo que ahí radica el porqué tenemos una mente tan compleja, cualquier otro ser se volvería loco en dos horas ante tantas decisiones que tomar.
Al final lo mejor es tomarse unas cañejas en buena compañía y olvidarse de genios y filósofos.
Seguro que si ellos siguieran vivos harían lo mismo.
¡Un saludo!
Pues un saludo a todos, yo me siento identificado con la cuerda y querría saber si alguno de ustedes tiene el remedio para una fricción tan acentuada sin razón de ser, ni procreación ni gustito...
ResponderEliminarUna cuerda? quizá sea un ser un tanto complejo, o acomplejado, o qué sé yo que es eso de pensar, en cualquier caso las cañas son una fuente de alegría, manantial de bienes, por eso marlowe, abstemio judaíno hace estas cosas, so charming, tan verde, puto nos vemos.... o no......