Me desperté de la siesta sobresaltado. La cama se movía, e incluso llegué a sujetar la mesita de noche para cerciorarme de que sí, que era un terremoto y que todo se estaba moviendo. En realidad era más como si cuatro personas, cada una en una esquina, deslizaran la cama al unísono haciéndole un suave scratching al suelo. Oí ruido en el salón y supuse que la Señora Dry estaba asustada también. Intenté recomponerme porque no podía parar de imaginar que de nuevo Lorca había sido el epicentro, y salí de la cama y de la habitación.
¿Has notado el terremoto?
Ella me miró y me dijo No ha habido ningún terremoto. No dijo No he notado nada. No dijo ¿Es que ha habido un terremoto? No
Dijo exactamente No ha habido ningún terremoto.
A veces las parejas tienen luchas de poder como éstas, así que abrí dos pestañas en el pc, una laverdad.es, otra elpais.com. En la sección de última hora no apareció nada durante veinte minutos, y sí se refrescaban las noticias con cosas como que Cristiano Ronaldo y su fútbol egocéntrico tienen los días contados.
Por último visité la web del IGN, que te informa a tiempo real de las decenas de terremotos que ocurren en España a lo largo del día. Había habido uno cerca de Granada a eso de las 16:22, pero no podía ser ése, porque ya eran casi las 18:00.
I told you, that wasn´t an earthquake.
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El terremoto inexistente mató a miles de personas imaginarias. Rompió puentes y arrasó la central de Fukushoni. Se cayó el campanario de San Darío. Inutilizó aeropuertos, destrozó kilómetros de irreales catenarias. El terremoto inexistente me aplastó como a una hormiga, y abrió una grieta entre lo que soy y lo que es.
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"Todo lo que han visto no es más que una ilusión"
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