1.- El camino verdadero pasa por una cuerda que no está tendida en lo alto, sino cerca del suelo. Parece hecha más para tropezar que para andar sobre ella.
5.- A partir de cierto punto, ya no hay vuelta atrás. Hay que llegar a ese punto.
16.- Una jaula salió en busca de un pájaro.
19.- No dejes que el mal te haga creer que puedes ocultarle secretos.
28.- Una vez que hemos admitido al mal en nuestro seno, ya no nos pide que creamos en él.
32.- Dicen las cornejas que una sola corneja podría destruir el cielo (...)
41.- El trastorno del mundo parece ser, para nuestro consuelo, un asunto puramente numérico.
42.- Dejar caer sobre el pecho la cabeza llena de asco y odio.
52.- En la lucha entre el mundo y tú, ponte de parte del mundo.
53.- No se debe negar a nadie lo que le corresponda; ni tampoco al mundo su victoria.
56.- Hay preguntas que nunca lograríamos dejar atrás si no estuviéramos liberados de ellas por naturaleza.
77.- El trato con la gente conduce a la observación de uno mismo.
81.- Nadie puede desear algo que en último término le perjudique (...)
82.- Una fe como la hoja de la guillotina: así de pesada, así de ligera.
92.- La primera idolatría se debió sin duda al miedo a las cosas (...)
93.- ¡Por última vez la psicología!
108.- "Y luego volvió a su trabajo como si no hubiera pasado nada". Es un comentario que nos resulta familiar por haberlo oído en una borrosa multitud de viejas historias, aunque quizá no aparece en ninguna.
***AFORISMOS DISPERSOS***
El mal sabe del bien, pero el bien no sabe del mal.
El mutismo es uno de los atributos de la perfección.
Los buenos andan al mismo paso. Sin saber de ellos, los demás danzan a su alrededor las danzas del tiempo.
El extasiado y el que se ahoga: ambos alzan los brazos. En el primer caso es una manifestación de armonía, en el segundo de pugna con los elementos.
El ocio es el padre de todos los vicios y el premio a todas las virtudes.
No rebosa ni una gota y no hay sitio para ninguna más.
El suicida es como el preso que, viendo levantar un patíbulo en el patio de la cárcel, cree erróneamente que es para él, y por la noche se fuga de la celda, baja al patio y se ahorca él solo.
Lo sintió en la sien, como la pared siente la punta del clavo que van a introducir en ella (...)
Las religiones se pierden como las personas.
Sé nadar como los otros, pero no he olvidado el no-saber-nadar de antaño. Y como no lo he olvidado, el saber-nadar no me sirve de nada y, en consecuencia, no sé nadar.
Con que solamente uno fuera capaz de pararse a una sola palabra de la verdad (...)
(...) ¿Acaso hay algo que no tenga argumentos a su favor?
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