martes, 13 de noviembre de 2012

UNA RONDA EN VERACRUZ, por Dry

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"Puedo soportar que me dejes, pero no que no estés conmigo". Esta frase tan tremenda viene a captar una de las paradojas más retorcidas (y a la vez más simples) que genera la mente humana en su heurística vital. A veces las parejas que ya han roto pareciera que siguen rompiendo. Los ves por las cafeterías de la ciudad, a veces caminando. Necesitan verse, sentirse reales. Anestesian así un dolor que tiene hechuras de vértigo, el dolor de la ausencia. Y aunque sea para enfadarse y pelearse, la presencia momentánea calma el ardor como solo la heroína calma al mono.


Supongo que estamos preparados para todo menos para eso, para la ausencia. Aguantamos todo menos eso. Podemos soportar casi cualquier cosa, siempre que sea algo -aunque sea metadona- y no más bien la nada.


Puedo soportar que te vayas a Brasil, pero no que te vayas del planeta.

Nuestras promesas (nuestras palabras) son humanas, y carecen de la cualidad de ser definitivas. Quién sabe, la vida da muchas vueltas, y aunque digas no volveremos a vernos, de este agua no beberé, esta polla no me cabe o este cura no es mi padre, pues puede que al final tengas que rectificar, porque nunca se sabe. La vida da muchas vueltas.


Hasta que da la última, claro.
Entonces sí que se sabe.

***


Según Nietzsche, el poder no el algo que se tiene, sino algo que se ejerce. Es una relación, no una cosa. Si no hay nadie a quien someter, no emerge el poder. El amo aplasta al esclavo, sí, pero siempre debe dejar un poco de espacio entre su bota y el suelo, para que aquél pueda respirar. Si el esclavo muere y no se opone al amo (aunque sea con su debilidad), no hay poder. Y si no hay relación, no hay definición, y si no hay relación no hay identidad. Y si no hay identidad, hay vértigo.

En Te doy mis ojos, la peli española sobre la violencia machista, hay un momento en que Laia Marull decide "vengarse" de su marido convirtiéndose en un pelele, una especie de cuerpo inerte, de peso muerto en sus manos. Anulando su identidad entregándose totalmente a él, ella desarma su estrategia de poder, rompe la baraja. No opone resistencia, no hay tercera ley de Newton. Hay inercia, solo inercia solitaria. No me importas, ya me has roto, ya soy tuya, ya no soy, ya no somos, ya no eres.


Que hablen de mí, aunque sea mal.

Wilson, vuelve.

Cualquier cosa menos la nada. Everything but the girl.


Todo es sobrellevable si es posible el discurso, si aún hay subject. Pero, ay si no se puede predicar. Qué pasa si digo "el actual rey de Francia es calvo", cómo es esa frase, ¿cierta o falsa?

No es divertido jugar si no puedo ir a la realidad a comprobar la verdad de mis afirmaciones. Si la referencia de mis palabras ahora solo existe en mi cabeza. No puedo tomarme una cerveza con tu recuerdo, ni me puedes aconsejar más pelis, ni vamos a hacer ya el duelo de pinchadas, tú contra mí, yo contra ti. Joder, nano, con la mala cabeza que tengo yo...

Yo querría que no fuera así, igual que la madre de cualquiera de los chavales que murieron en los trenes de Atocha querría que su hijo se hubiera quedado dormido esa mañana. Yo querría volver atrás en el tiempo y avisarte, decirte que fueras al médico. Ahora entiendo a la gente que reza: le piden a Dios que haga una excepción a las inexorables leyes naturales. Haga Usted una excepción.
Que salga el Sol por Antequera, que el tiempo marche hacia atrás, que no me llueva en la boda. Les entiendo porque el mecanismo, por muy ateo que seas, te sale como un resorte.

***

En tu muro, el virtual y el real, aparecen miles de mensajes dándote las gracias. Por todo lo que has hecho por esta ciudad, por lo mucho que has compartido con muchos de sus habitantes. Eso es bonito,muy bonito. No todo el mundo se va enterrado entre mensajes de agradecimiento. Llevo dos días que no doy pie con bola. Vaya un día que elegí para dejar de fumar, hermano.



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2 comentarios:

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