MAR, HE VENIDO A DECIRTE ADIÓS, por Mr Dry

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Una vez, hace años, me despedí del mar acercándome a la orilla y tocando con mi dedo en su espalda. "Mar, he venido a decirte adiós", le dije. No sabía si era buena idea -creo que hasta me tembló la voz-, pero el mar se giró y sacó una sonrisa sincera y se lanzó a besarme en las mejillas. "Que te vaya bien, me dijo". "Y a ti", contesté yo.

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Resulta que el subconsciente acepta como válidos actos simbólicos. Es lo que Alejandro Jodorowski llama "psicomagia". Eso de los canales no racionales para entender o explicar(se) la realidad lo han sabido los hombres desde que el mundo es mundo. O sea, que no lo ha inventado el polémico y pintoresco chileno.


Desde que el mundo es mundo, la "ilustración" -la razón- ha sido el camino recto hacia la supervivencia (primero) y el dominio (después). Mientras, el mito ha servido para explicar y consolar.

 Sin embargo, ilustración y mito nunca han sido rectas paralelas, sino que se cruzan con frecuencia. Hay mito en la ilustración, pues sirve a sus pretensiones de dominio y poder. Hay ilustración en los mitos, pues se miden con criterios de utilidad y eficacia.

Desmitificar la realidad, desencantar el mundo, no solo no es posible sino ni siquiera deseable. Su fuerza ordenadora y su poder de sugestión  no podría reemplazarlas jamás ni el más sutil de los argumentos racionales.


El mito ayuda, la magia ayuda.

Es por ello que algunas personas -por lo demás, cabales y sensatas- recurren al inescrutable encantamiento para empastar una realidad multiforme y deslabazada, o para marcar hitos en un tiempo que vaya usted a saber qué es exactamente.


Es por eso que a veces le decimos adiós al mar.



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