viernes, 4 de noviembre de 2011

TÚ, por El Talento de Mr Dry

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La semana ha sido tremenda. Con encuentros, desencuentros y toboganes varios. Físicamente me ha pasado factura, y he andado durmiendo por los rincones y teniendo esos pensamientos raros post euforia tóxica. Sin embargo, la vida no espera. Como el ángel del cuadro de Paul Klée al que el futuro le enreda las alas, el tiempo me lleva al mismo sitio, aquí, solo y pensando que las cosas tienen que cambiar.

He decidido para este post, como aquella otra vez, emborracharme delante del ordenador. Vaciar de cervezas mi maltrecha nevera y aullarle a la luna mientras escucho música viejuna a todo trapo. Es una imagen atractiva, pero visto desde dentro es pura y dura decadencia vital.

La cosa está, una vez más, en no pararse. Una especie de escritura compulsiva e impúdica por la que les pido disculpas desde ya. Que me acuerdo de mi exnovia a la que quise tanto, pues lo pongo. Pongo que me dijo que si alguna vez había pensado en las ideas marcianas de casarse y tener hijos que había sido conmigo y solo conmigo; y se me encoge el corazón hasta convertirse en una pasa.

Que la cosa sea así, sin guión, te depara sorpresas. La única ley es ir siempre hacia delante y parar solo para rellenar el vaso con cerveza.

Me duele la espalda. Me he tirado sin salir desde el 1 de octubre, si exceptuamos mi cumple y este puente de todos los santos en el que he viajado a Offsidia. Todo este tiempo lo he pasado mirando el facebook y viendo Seinfeld en mi molona tele nueva. No he hecho nada de lo que se supone que debía hacer y que daba sentido a  tal despliegue de misantropía. Y ahora, oh, sopresa, me viene el lobo de verdad y se me come a las ovejas.


Sin embargo, pues qué quieren que les diga, mi peor defecto es mi mayor virtud. Soy capaz de hacer borrón y cuenta nueva con una facilidad pasmosa. Me doy segundas, terceras, enésimas oportunidades. Una pequeña parte de mí siempre está dispuesta a disolver la culpa, limpiar las heridas y decirme buenos días, nene, por las mañanas.



Puede ser hoy, tiene que ser hoy.



Durante estos meses he tirado de mucha gente. Ha sido agotador.






Me fascina la gente buena. No hay nada más atractivo que una persona que disfrute ayudando a los demás. Debe de ser que les sobra energía, o que de alguna manera se (retro)alimentan de su comportamiento. Me encantan los maestros y maestras, me encanta que Madcap tenga ese trabajo y que sea tan bueno en ello. Me encantan los voluntarios que hacen cosas, que no hablan de hacer cosas. Quería a mi novia porque era la persona más buena y generosa que he conocido en mi vida. Y me volví loco porque no podía gestionar la frustración de no poder ser como ella. Me volví loco de verdad, oiga. También me dijo que las cosas tenía que hacerlas por mí, y no por ella. Y a veces fantaseo con la idea de que alguna vez me vea curado, y me asusta como entonces la posibilidad de que eso no ocurra nunca.



Vaya lío, no puedo acordarme de ella sin que se me monte una pelotera en el cerebro.



Durante estos años me he olvidado a base de meterme veneno en la piel y agitar bien fuerte la cabeza.


Pero bueno, sigan leyendo.





Toda idea adecuada es un esquema de acción.



Frenar el pensamiento, domarlo, dirigirlo. Hay algunas cosas que no quieres decir. La mezquindad se cura.





Vaya papa que llevo ya.




Tengo un respeto absoluto por las promesas. Si dijiste que te quedabas nada me va a valer que no sea verte aquí mañana. Son actos performativos; o sea, el hablar es un intervenir en el mundo, lo que pasa es que nos hemos acostumbrados a que las palabras se las lleve el viento. En Supernanny, el programa de la tele, muchos problemas aparecen cuando los padres ponen normas y luego se olvidan de ellas. El niño sin normas pierde el respeto por el lenguaje, por las palabras de la gente, como si no hubiera conexión wittgensteniana entre lenguaje y mundo.


Y no la hay, pero nosotros hacemos que la haya.


Haya. Esa palabra me trae de nuevo su recuerdo y se me hace un nudo en la garganta, como si ya estuviera jodido de por vida y no hubiera manera de sacarme de aquí.


Me ayuda recordar lo de la esfinge. La esfinge es la imagen y cette n´est pas une pipe.




No quiero quedarme en esta sensación, así que sigo avanzando.




Es viernes 4 de noviembre de 2011. En realidad, es también 19 de marzo, día del padre.


Me acuerdo del cuento aquél de Salinger, en el que el niño santo que viaja en el barco dice eso de "ya estaba así cuando llegué" y se descarga grácilmente de la culpa del mundo.


Tiene que ser.



Ojo con estos momentos, Dry, que es más fácil morir por una religión que entenderla y apechugar con ella.



Empieza a darme bastante vergüenza todo esto que estoy escribiendo aquí.


Nos vamos acercando.


Lo estoy haciendo a mí manera. Me surgen superyós de autocensura. Que os follen. Estoy intentando hacer estallar esto y no es tan fácil, joder.




Salir. Llevo casi diez años con esta metáfora. Y miren que le riño a la gente cuando piensa con metáforas, tan falaces y tramposas. Salir hablando, ahí es nada. Si lo consigo que alguien me plante un árbol en el patio de un monasterio zen en lo alto de un acantilado.


Siempre pienso que no voy a tener fuerzas cuando venga el lobo. Y vaya si viene. La gente se muere, enferma, se queda sin trabajo, o se le rompe el corazón. Y uno tiene que estar fuerte para tales eventualidades. Si no, vuelta a empezar, círculo vicioso y ya me contarás.



Y sin embargo, ahi vamos, una contradicción performativa tras otra, aguantamos. No voy a poder, decimos, y vaya si podemos.


Sin embargo, las cosas hay que hacerlas, que no se hacen solas. Y tampoco puedes cabalgar la ola mucho tiempo porque te hostias seguro. Tengo varios colegas enganchados a cosas muy vulgares por semejante actitud confiada y esteticista, y tampoco es plan.



Por eso, porque nada de esto vale nada -y eso es una dosis de realismo que no nos viene mal- las cosas que valen refulgen. La realidad se reconfigura y suenan trompetas mentales. Las palabras salen huyendo apabulladas por la música, que no es sino tiempo y aire vibrando.



Parece que llega la hora. Nunca es el momento justo, y la realidad tiene la puñetera manía de presentarse desnuda de encanto justo cuando uno más la necesita. Pero qué demonios, it´s no so impossible. Allá que voy.






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4 comentarios:

  1. Primero, me alegra que hayas dilapidado algo de lo que ya sabía, tan duro de tragar, y que vuelve a rumiarse en la mente mientras se regurgita.

    Segundo. Ha sido una terrible gran experiencia leerte, dado que esas palabras no son ni más ni menos que lo que también yo soy; i cant be what i feel. Y cuando la energía se acaba, pierdes el rumbo del saber hacer, hagas lo que hagas. La potencia, y todo eso, es un gran alivio momentáneo para tipos como nosotros. La realidad es que hace falta tenerla, y como dices, sabemos y calamos muy bien a esos tipos. Y yo admiro la bondad, el saber estar, la templanza, el sosiego, la dulzura, el carácter sin acritud, y todo sigue siendo tan difícil, aún cuando la gente reconoce lo que parece ser que reflejas...

    Y esto ha merecido mi último cigarro y la canción siguiente que te dedico, junto con un abrazo

    http://www.youtube.com/watch?v=N_wIkmyGBtY

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  2. no comento casi nunca, y no se por que lo hago ahora, ya que lo unico que se puede hacer tras tus palabras es silencio.

    Algunas veces la vida agobia, pero eso implica que estas vivo.

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  3. http://listengo.com/n.php?c=8u685602444

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  4. Gracias por los ánimos en sus diferentes versiones, amigos. Reciban un fuerte abrazo, considérense invitados a una cerveza virtual. hay que ver, yo lo arreglo todo con cervezas

    salud :)

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