jueves, 28 de julio de 2011

KISSING THE LIPLESS, por Edgar Allan Dry


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Borracho como una cuba en mi primera tarde de julio sin nada que hacer -y cuando digo nada, me refiero a NADA-, con todas mis cosas para mi viaje tailandés compradas, y una buena sesión de seis horas de facebook comentándoles las fotos a la gente y colgando vídeos de grupos que en realidad no me matan pero cuyo objetivo oculto es que se rompa de una vez el maldito techo de cristal, pues eso.

Tienen los julios algo de maldito para las personas sin iniciativa. Antes, cuando era soltero, me resultaban más llevaderos, porque igual me desesperaba lo mismo o más, pero al menos podía caerme y darme una hostia dogma contra el suelo y hacer una lectura de mi propia vida en clave de camino del exceso y postear como el que postea sentado en el alféizar.

Y.Sin.Embargo.



Ahora, en media hora, tendré que ducharme, hacer como que no me he bebido todas las cervezas del frigo, abrir ventanas para que la casa no huela a esto.

Y ustedes dirán que una vida de evasión no es compatible con tener pareja, pero es que si hacemos caso a todas las normas, al final me quedo sin hacer nada, porque sería incompatible con casi todo, si exceptuamos el pasar la tarde mirando youtubes y actualizando el facebook. Y es triste, que un zagalón como yo, con casi 33 años, que se iba a comer el mundo (si tenemos en cuenta la cantidad de respuestas que acertaba al Trivial con doce años), se aje en la ventana esperando la llegada de no se sabe muy bien qué.

También es cierto que éste es un fallo cerebral que ocurre cíclicamente en la mente de todas las personas sensatas (aléjense de los que no titubean!): el de pensar que todo está mal, como en el anuncio de Ikea, que todo es un error y que uno debería estar salvando niños del corredor de la muerte en algún corredor de la muerte, como una suerte de Holden Caulfield pero sin gorra orejera, que hace mucho calor. O sea, es un fallo cerebral, seguramente con una utilidad práctica en cuanto a la lucha por la supervivencia se refiere.

Pero aún así, jode. Mira que se pone uno barreras y cortafuegos y luego me cago en la hostia.


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Qué fácil es esto. Solo escribiendo lo que acaban de leer me he desahogado (o sea, se me ha quitado el nudo de la garganta) y ya puedo seguir.



Toda idea adecuada es un esquema de acción. Todo lo que no te mueva no es más que paja, darle vueltas a la cabeza. No entra información nueva, no hay inputs; y en el fondo lo que pensamos ahora no son más que inputs del pasado centrifugados sin parar por nuestra mente, que no para de encontrarle nuevas conexiones a algo que en realidad era sencillo en un principio.

Todo es binario, y perdónenme que me ponga mesiánico, pero es que la mosca se ha metido de nuevo en la botella, y la única manera de sacarla es dejar de moverla y confiar en que salga por el mismo sitio por el que entró.


Encontraremos quizá algo de fuerza en el orgullo de que a nosotros nada nos fue sencillo desde el principio. Y eso es lo único que deberíamos conservar del pasado.




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1 comentario:

  1. Sí sí, quedan los nudos para desenredarlos mientras otros se enredan. Creo que te afecta la astenia primaveral, jej...

    Hoy, claro que sin esas palabras he pensado en la idea de un esquema de acción, y en lo poco que sirve pensar más y tener un gran mundo en la cabeza, y lo a gusto que se explota en la soledad del cálido hogar.

    Estoy de acuerdo, eres un buen mozo. Ánimo y un sexabrazoso

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