domingo, 11 de julio de 2010

CRHCL, por Mr Dry











A lo mejor -ojalá- , se pregunta en estos momentos CRHCL por qué ha tenido tantas ganas de besar a Míster Dry esta noche, si ella anda enamorada de otra persona. Y a lo mejor se lo pregunta sin apenas reparar en que así estará formulando la quintaesencia de la paradoja humana: el asedio constante del deseo a la fortaleza de la realidad.


Aún sabiendo aquél que ésta es inexpugnable, el deseo contraataca una y otra y vez. Y la realidad se inquieta, está siempre intranquila, pero no sabe por qué. Si lo pensara fríamente, la realidad se sentiría bien a salvo intramuros, pues entendería que el deseo no podrá pasar jamás.


Una pequeña llama no podrá nunca incendiar un océano.







A no ser en la ficción, claro.


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Estamos en la puerta del bar. Hace justo un año que nos conocimos en ese mismo lugar. Un año, madremía. Trescientos sesenta y cinco días han pasado ya, quién lo diría. Quizá se note en que yo ando más jodido que entonces, pero es que esta vida es capaz de matar a cualquiera; sin embargo, ella está radiante; no sé qué tiene su cara que es capaz de atraer la mirada y dejarte así, como un pazguato, buceando en sus ojos un buen rato. (No hablo de lo buena que está porque estamos en horario infantil, y tampoco es plan de que nos cierren el blog a estas alturas. Así, que dejo que monten ustedes mentalmente su imagen de CRHCL a su gusto, si me prometen que conservarán estos dos rasgos: 1) preciosos ojos 2) preciosa sonrisa).


Mis amigos están dentro del bar, sudando cada una de las canciones del dj; sus amigas están también dentro, dándo manotazos a los moscones. Y ella y yo, ya lo he dicho en el párrafo anterior, estamos fuera, sentados en una barandilla, tomando unas cervezas y fumando a seis por hora. Hablamos sin parar, o mejor dicho, soy yo el que le pregunta cosas sin parar. Le pregunto sin pudor todo lo que se me viene a la cabeza. Pienso que si nos vemos una vez al año, es normal que intente optimizar el tiempo (lo que para muchos es precipitación yo lo llamo optimizar; ¿que por qué lo llamo así? porque me da la gana, básicamente).

Los minutos transcurren como sólo lo hacen en las noches de verano: como deslizándose por algo de seda, como mecidos por las olas, como zambulléndose unos en los otros.

Sin embargo, mis previsiones acerca del tiempo del que disponemos sufren de repente un drástico recorte. Es por algo que ha dicho ella. O mejor, por algo que no ha dicho. Ha sido casi por casualidad. Yo le estaba preguntando inofensivamente acerca de lo que iba a hacer este verano, y en una de sus respuestas se le ha colado un silencio algo más largo de lo normal. Un silencio que, como sabemos todos los detectives de la audición y el lenguaje, sólo puede significar una cosa.

Como he dicho antes, literalmente, no tenemos tiempo que perder, así que precipito la pregunta y ella responde casi con la misma rapidez.

- CRHCL - le digo, mientras me echo para atrás y recojo mis piernas, que habían estado colgando todo ese tiempo, con mis manos. Me agarro a mis rodillas como si eso fuera a protegerme de su respuesta. Cojo aire y le digo: - CRHCL ...¿estás con alguien?

- ...Pues, ... pues sí,... digamos que sí, ... - Ella toma aire, y por un momento veo en su cara unas ganas terribles de darme un beso. Sin embargo, continúa hablando y sus ganas se repliegan: A ver, Dry, cómo te explico esto... en mi corazón ya hay una persona, .... una persona que me gusta mucho... y, por supuesto, no me cabe ni de coña un tipo con una nariz como la tuya.

- ...Entiendo, ...uhm, ...ejem - no sé que hacer con las manos, así que las dejo en mis rodillas, aunque su efecto protector no ha servido de una mierda. Al final, tras un trago de cerveza y una calada al cigarrillo, me arranco y le digo: -...Pues ...vaya.




Se me nubla el cerebro.

Yo que quería llevarla a ver amanecer a la playa, darle besos en el cuello, contarle ese chiste tan bueno que me sé, y cientos de cosas más, ahora me encuentro con una señal de Stop tamaño catedral de Notre Dame de París. Cómo son las cosas, hay que ver.



Pero la cosa no acaba ahí, claro. O mejor dicho, sí acaba ahí; porque, por si fuera poco, ella anuncia que se tiene que ir ya: sus amigas están dentro esperándola para irse. Me informa de que ya tenían plan para esa noche, así que va siendo de recoger el chiringuito e irse a una fiesta en una jaima. Por sus palabras de antes, intuyo que en la jaima ésa, que además está en otro pueblo, yo pinto menos todavía que aquí. Básicamente, ya me ha dicho lo que tenía que decirme, yo ya he oído lo que tenía que oír, y por si fuera poco se nos ha calentado la cerveza.

Estamos en tiempo de descuento, vaya, y yo que había creído que aún disponía de toda la segunda parte para remontar.


Sin embargo, esos pocos segundos de colapso neurocardíaco me sirven para elaborar una brillante idea en forma de bombilla que se ilumina sobre mí. Tengo un plan.


En un gesto tan rápido como aparentemente natural, meto mi mano en mi bolsillo e inmediatamente hago como que le quito algo -una pequeña brizna de hierba, una minúscula partícula de ceniza- que llevara en la piel, en uno de sus brazos. Ella nota un pequeño pinchazo, pero tan sutil, que no dice nada. No se ha dado cuenta de que acabo de robarle algo.


Mi plan está en marcha.


Comienzo a decirle que tengo mucha sed, y que lo que me gustaría tomarme una última cerveza con ella. Como ella es una buena chica, accede a hacerme ese favor. Se levanta y anuncia con resignación: "Venga, voy adentro, saco dos cervezas, nos las bebemos, y luego cada mochuelo a su olivo, ¿ok?... Y, por supuesto, nada de intentar propasarte, ¿eh?". Ella dice eso, pero vuelvo a ver asomarse en sus ojos las ganas de plantarme un beso antes de irse, aunque se gira rápidamente y comienza a caminar de camino a la puerta del bar.


Tras verla entrar comienza la segunda parte de mi plan. Saco mi móvil escacharrado y marco el teléfono de uno de mis colegas que está dentro del bar. Como se imagina que es una emergencia, me lo coge enseguida y me contesta:

- Hola, Dry, ...dime qué tengo que hacer.

- Mira, Man, CRHCL está entrando al bar... No preguntes por qué, pero tienes que sacarla de ahí antes de que vea a sus amigas. Invéntate algo, yo qué sé, lo que sea, pero salid del bar los dos... y no volváis a entrar hasta que yo te haga una llamada perdida.

- No te preocupes, Dry, eso esta hecho. - Y cuelga.


Rápido, deprisa, Dry, no tienes mucho tiempo.


Yo cojo la pizquita de ADN que le acabo de robar a la chica y voy corriendo a uno de esos cajeros de clonar gente. Menos mal que hay uno cerca, pienso. Tecleo mi clave e introduzco la muestra en la pequeña probeta de cristal azul. Le doy a copiar.

Procesando datos, espere por favor...

Proceso... 10 %

Proceso... 40 %

Proceso... 90 %

Proceso completado. Recoja su clon.


Se abre la compuerta y aparece una réplica perfecta de CRCHL. Está un poco desorientada al principio, pero eso es normal; digo yo que eso de nacer así de sopetón debe de aturdir lo suyo.

Justo en ese momento aparece la furgoneta de UPS con el vestido que acabo de comprar en e-bay: misma talla, mismo color, y sí, le queda igual de bien. Yo diría que la copia de CRHCL está casi igual de buena que la original (menos mal que no lo he dicho).

Cuando ya está vestida y complementada, me la llevo andando hacia la puerta del bar, y de camino le explico que se ha desmayado, seguramente por el calor, pero que sólo ha pedido el conocimiento unos segundos. Ella me cree (porque no le queda otra, y porque hasta yo mismo me creo mis mentiras a veces, así de convincente debo de ser), y me dice que es muy tarde, y que seguramente sus amigas están desesperadas de ganas de irse de allí.

Le digo que lo entiendo, y que aún así, con el poco tiempo que hemos tenido, ha sido un placer volver a verla. Le doy un beso en cada mejilla y siento el mismo cosquilleo que sentí la primera vez que besé a la CRHCL original. Hay que ver cómo han avanzado los de la ingeniería genética, de verdad.

CRHCL 2 entra al bar, y pocos minutos después la veo salir con sus amigas en dirección a su coche. A juzgar por la normalidad de sus gestos, sus amigas no se han dado cuenta del cambiazo. Les digo adiós con la mano desde mi barandilla, como si fuera el capitán del Titanic subido en la única chimenea que queda por hundirse de su barco.

Intento respirar con normalidad, pero entre el calor, las carreras de aquí para allá, y los besos en las mejillas, el corazón se me quiere salir del pecho a bailarse un zapateado en el suelo. Calma, Dry, tranquilo.

Me siento en la acera, enciendo un pitillo, agarro el móvil y hago la llamada perdida a mi amigo Man. A los pocos minutos aparece a lo lejos; lleva a la auténtica CRCHL de una mano y un globo de Bob Esponja en la otra. La cara de ella es un poema, y la de él no os quiero ni contar. Mi amigo me la devuelve y se mete en el bar con globo y todo. El comentario de ella no se hace esperar:

- Oye, tu amigo es un poco raro, ... vamos, que está como una maraca, loco del todo,...

- Sí, tienes razón, ....no está muy cuerdo, ...pero ¿quién lo está en este mundo tan desquiciado?

-Bueno, Dry, esto ya parece demasiado. Voy a entrar a por mis amigas, que nos tenemos que ir.


Le explico entonces que sus amigas se han ido, y me invento sobre la marcha que la fiesta a la que iban se ha suspendido porque el alcalde del pueblo ha sacado un edicto en el que prohíbe la diversión. Les he dicho a sus amigas que yo la llevaría a casa sana y salva, que no había por qué precuparse.


Ella me cree (por las mismas razones que he apuntado antes, y seguramente porque el incidente Bob Esponja la ha dejado en un estado de vulnerabilidad a lo absurdo).


Así, accede a quedarse conmigo; y yo hago palmas con las orejas.

Entramos al bar a por cervezas. Bailamos rock, bailamos surf, bailamos twist, bailamos todo lo que el dj nos pone, y hace ya un buen rato que somos el rey y la reina de la pista. Toda la gente se ha ido yendo, vencidos por nuestro swing.

Un camarero ya está subiendo los taburetes a la barra, mientras otro barre las colillas del suelo. Nosotros bailamos Lisztomania abrazados, con la inofensiva lluvia de destellos de la bola de espejos sobre nuestras cabezas, y nuestros labios cada vez más cerca, mucho más cerca que ninguna otra vez.

Entonces ocurre. Ella nunca ha besado a nadie al que no quisiera besar también al día siguiente. Yo tampoco había besado a nadie siendo yo el otro tipo. Y sin embargo ocurre, quizá porque todo lo que ha ocurrido esta noche, estos meses, este año entero, ha sido demasiado extraño.

Quizá los guardias de la realidad se han quedado dormidos, y el deseo ha saltado el muro y va corriendo como alma que llevara el diablo a tocar la malla.






Sea por lo que sea, nos besamos y el tiempo se detiene, y tiene los labios más suaves que nadie haya besado jamás, y parece que todo merece la pena si tu alma no es pequeña.


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3 comentarios:

  1. Hagamos que la realidad sea como la plastilina y así moldearla a nuestro gusto hasta obtener la forma que nosotros queramos, pero si un día nos apetece otra forma, no tenemos problema, nuestras manos moldearán otra figura.

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  2. Quizás tus próximos posts deberían llevar la siguiente leyenda:

    ADVERTENCIA: los posts de Mr Dry que incluyen las etiquetas besos chicas frustración ahmedineyad pueden provocar una alta adicción entre los lectores. Rogamos se tenga en cuenta.

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  3. AC:
    Salí huyendo....no podía hacerlo! Pero en realidad lo deseaba con todas mis fuerzas, pero había algo que me lo impedía; tal vez era la gente que rondaba por allí, la fuerte luz de las farolas o tal vez era esa voz que se oye de lejos diciéndote que no lo hagas...
    Pero siempre nos quedarán los sueños.........

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