lunes, 29 de marzo de 2010
Poles Apart - MC
Hace ya muchos años que la bondad de Yan atrapó las turbias sombras de Yin. Todo lo que no aceptaba lo transformó en lo que veía bien a sus ojos. Yan actuaba según la naturaleza a la semejanza de un conejillo o una ardilla, pero lejos de verse en un bosque salvaje y dulce, Yan creció en un cuerpo en el mundo. Yin no podía desaparecer de la naturaleza de Yan sólo por capricho suyo, sumiso y bondadoso seguía fértil aguardando las necesidades de aquel cuerpo. Cuanto más decrépito se volvía éste, más se agitaba Yin como algo malévolo y desconocido. Yan había dejado una moral intachable a cualquier lógica humana. Hasta un mastodonte de hielo le habría regalado un nido de amor o una cesta de fruta madura para endulzar sus desayunos, pero resulta que a Yan se le escapó siempre algo... la realidad. Dibujó su verdad con los trazos que los humanos consideraban correctos y admirados. Yin, empezó a hacer hincapié en las necesidades humanas y personales y creó el conflicto.
A veces sale una parte de nosotros que no es la más conocida y desagrada al personal. Es tan real y a la vez desconcierta tanto que es difícil mantenerse recto, reafirmarse y seguir los pasos, una de yin y otra de yan.
No creo que sea posible alcanzar la mesura adecuada para los dos. La paz es compleja, sobre todo conforme vas metiendo más variables, y a las cabezas agitadas nos gusta jugar, y nos gusta barajar lo máximo posible. Pero sí es posible que lleguemos a aceptar a yin y a yan. Creo que es posible porque es la única esperanza que queda para sacarle el aliento a la vida. Lo puramente animal y lo humano.
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