viernes, 3 de julio de 2009

Zumos nocturnos

-Creo que tengo algo roto aquí dentro- decía mi primo mientras se palpaba la barriga. Acto seguido se calza otra caña en menos de lo que Mr Dry tarda en enamorarse y esboza una amplia sonrisa.

Esa semana habíamos estado debatiendo en qué lugar de su prominente barriga estaría ubicado su hígado. Yo sostenía que debía de encontrarse a la deriva en algún lugar entre el ombligo y donde comienzan las partes nobles. Pérez, el amigo letrado, sostenía que semejante órgano debía de ser tratado ya como un ente independiente, con personalidad jurídica asumible y que además, a esas alturas, debía de estar muerto, lo cual convertía a mi primo en un homicida.

Mi primo, a su vez, sostenía su inocencia y no dejaba de repetir que sentía que su hígado estaba vivo.

La noche trascurría entre hígados perdidos, el final de Weed y si Bender fumaba solamente puros o le daba a la cachimba.

En esas, unos de los contertulianos, se percata de que la cantidad de tabaco alcanza ya las reservas y de las necesidad de enviar un convoy especial a la gasolinera más cercana. Como somos gente civilizada, se realizo un sorteo para nombrar al cabeza de convoy (el que iba a por tabaco, vaya), como el resultado no gusto, directamente se me eligio a mi, y hoy paz y después gloria.

De camino a la gasolinera, con mi Seat Malaga quejicoso, observo que uno de los coches que avanzaba unos metros por delante de mi se para en medio de la carretera, presumiblemente, por haberse quedado sin gasolina. Como yo fui a mi misa hasta bien cumplidos los 16 años, conozco muy bien la parábola del buen samaritano. Como ya era tarde, no parecía haber ningún otro samaritano en las inmediaciones, y mucho menos bueno, decido pararme a ver que ocurre.

Conforme avanzo al coche compruebo que se trata de una pareja joven. Oh, la primavera, el amol, que tierno todo. Me dirijo al joven

-¿Necesitáis ayuda?
-Ammmh, no, bueno… no, no, gracias
Eins?
-¿Seguro?, mira que yo voy a la gasolinera.
-No, no, de verdad, gracias

Bueno, la parábola no decía nada de un samaritano coñazo, así que regreso de nuevo a mi flamante Málaga. Justo cuando arranco, veo al tipo salir del coche haciéndome una señal con la mano. La chica sale detrás de él. Juraría que cojea un poco.

-Esto… te importaría llevar a mi chica a la gasolinera
-No, desde luego-contesto cual samaritano

No sé si fue su acento ruso (pese a que dijo que era de Alicante) o la pinta de yonki sidosa, lo que me hizo sospechar que aquella muchacha fuese… eso, una puta vaya.

Como todo el mundo sabe que mi idiotez solo esta altura de mi inocencia, yo hacia composiciones mentales sobre como una rusa de alicante y un orangután se habían conocido, enamorado y habían ido a parar a Murcia pese a ser de Alicante. Todo así muy mezclado con escenas de violín y diccionarios ruso-murciano, murciano-ruso

Una vez en la gasolinera, garrafa en mano, le pregunto a la alicantina que gasolina gasta el buga de su novio

-No lo sé
-Eins!
-Y no es mi novio
-Eins(bis)
-Es un amigo
-Mmmm, comprendo

Ya lo creo que lo comprendo, hay que volver a ver a nuestro amigo, tirado en medio de la carretera, a ver si le hace entrega del anillo nupcial y así de paso, quizá aparezca en una página de sucesos, abriendo sección, con un titular del tipo:

“Buen samaritano muere asesinado, por gilipollas, que anda que ya le vale”
“Un samaritano menos, al menos este era tonto”
Or somtin laiq dat

De camino la rusa me cuenta que su padre es farmacéutico, y que yo soy muy guapo. Así, en la misma frase. Dos mentiras, que en otro contexto, no me hubiese importado oír.

Llegamos, güan mor taim, no sangre, no escopeta y es gasoil, gracias. En esos momentos la alicantina ya se había cogido unas confianzas que pa qué. Me hablo de su amigo, de ella, de la mujer de su amigo, de su padre muerto en las frías tierras de Rus… digo, Alicante. Todo quedo muy en familia. Y oigan, más amigos que cochinos.

Una vez en la gasolinera, volvió a decirme que era muy guapo. Sin duda era toda una profesional. Y remato la escena con un momento muy Marlowesco, diciéndome tal que así

-Venga, no seas bobo, que te invito a un zumo.

Cualquier otra chica con menos cara de yonki, y menos puta, me hubiese enamorado con esa frase, pero mi primo y cia esperaban el tabaco y yo todavía tenia que pensar que les iba a contar. Me vi obligado a rechazar tan vitamínica oferta

-Bueno, guapo, pero tu ya sabes que yo estoy por aquí, no?
-Si, bueno, no sé… yo… mmm… nos vemos

Y ahí quedo todo.

Y me surge ahora la duda

¿Habría Marlowe aceptado la invitación a zumo, o hubiese sido el quién se adelantase con unos de sus zumos On?

Ahí les dejo.

3 comentarios:

  1. Marlowe habría adelantado, seguramente. Él suele llevar la iniciativa, pero no en el proceso de conquista ardillesca, sino en el mal llamado pagafantismo. Mucho me temo que este término se extenderá por la influencia de la película en estreno. Pero no es del todo malo, si sirve para hacer justicia.

    Pues eso, que yo la habría invitado, pero seguramente a una horchata de chufa o un granizado de limón, más propio de la época estival que nuestros lectores sabrán disfrutar. En especial la Bitter, que ya planea viajes. Me pregunto si nos invitará a acompañarla a la playa o a la montaña.

    Inspector Marlowe

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  2. Tu la invitas a una horchata de chufas y ella te deja un cóctel de AIDS y Hepatítis en la puntita, con todo el cariño de su flor.

    Ya casi ni me acordaba de la historia, buena sin duda

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  3. Drynfant terrible3 de julio de 2009, 20:35

    en ese barrio pasan más cosas que en todo el resto de la ciudad. Ornie rules!

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