PROCASTINACIÓN, otro DRY martini por favor

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Escuchando Sigur Ròs y dejando de fumar a partes iguales, tengo colegas que se van a Japón, a Islandia y a Liechtenstein, y no es broma, que la broma la cabeza asoma.


A veces, como el bicho que le sale a Donnie Darko del abdomen, los días te arrastran y tú te dejas arrastrar, y así las olas te dejan en la playa cubierto de esas algas verdes y asquerosas, pero sin Deborah Kerr a tu lado pegándoos el filete. Más bien, con la sensación de haber sido violado, como cuando te pides un copazo que en realidad no te apetece, pero que te bebes para demostrarte que no te lo tenías que haber pedido.

La bajada a los infiernos tiene mucho de tedio. Son más las horas de aburrimiento pasivo que las de autodestrucción activa las que te convierten en un mártir de tu propia causa existencialista. Si echarás una red y los peces fueran los momentos buenos de los últimos meses, no se podría decir que ha sido una buena jornada de pesca. La metáfora de la espiral me viene como anillo al dedo: dando vueltas, pero cada vez más lejos del centro.

Sin embargo, centrémonos en esos momentos de tiempo vacío, de nada que hacer, de qué rollo, de no me llama nadie, de este capítulo de los Simpsons otra vez no, por Dios

En esos momentos, entra en acción lo que un compañero mío de piso llamaba"la mente del adicto". Seguramente, tu culo ha empezado a removerse incómodo en el sofa. Notas como un tímido impulso para levantarte, has dejado el mando de la tele en la mesa, incluso puede que tus pies estén montados de nuevo en tus zapatillas, y, ya es el colmo, te estás visualizando haciendo algo que tienes que hacer en breve. Sin embargo, algo te deja ahí clavado. el primer impulso (el primer verso es un regalo de los dioses, de las musas; el segundo, según el grupo murciano HOAX, es una mentira, pero dejemos esto para otro día), el primer impulso-como decía- se está diluyendo. Sin darte cuenta te has ido escurriendo en el sofa y tienes de nuevo el mando en la mano. A la imagen de ti mismo haciendo eso que tenías que hacer la sustituye una pequeña videocolección desordenada de tu top ten de fracasos. Esa imagen te seda, te devuelve el reflejo de una persona que no puede levantarse del sofa, te hace parecer atractivo quedarte en posición fetal viendo por enésima vez a Homer entrando en la "tercera" dimensión.



Es lo que se conoce como Procrastinación, el vicio o arte -según se mire- de dejarlo todo para más tarde, para mañana, para más adelante. (Aprendí su significado en el blog de mi admirado Guionista en Chamberí, y desde entonces intento colocarlo en alguna conversación o post para darme una pátina de vocabulario técnico y sabrosón).

La mente del adicto o procrastinación es celebrada con risas y cuchufletas siempre por la gente: en esa risa reconocemos nuestra miseria común, nuestra debilidad, nuestro mal de muchos. Porque sabemos también que, por otra parte, muchas cosas buenas salieron de tardes fumando canelos en un sofa, o tocándonos el pito cual carnavaleros compulsivos, o paseando por las calles o estando con gente rematadamente subnormal.

Pero nos creemos mejores.
Nosotros hacemos eso, sí, pero sabemos hacer otras muchas más cosas.

Sabemos hacer cosas mejores. Sólo tendríamos que ponernos. Si me pusiera, si nos puesiéramos. Si nos dejaran, si nos dieran la oportunidad. Si no estuviera tan cansado. Si no me hubiera equivocado aquella vez. Si hubiera nacido en otro sitio, en otro lugar. Si no tuviérmos los ojos saltones, si fuéramos más altos o no tuviéramos esa verruga en la nariz que nos hace parecer la Bruja Piruja. Si el capitalismo no fuera tan hijo de perra...


Seguro que una cita de John Lennon vendría al pelo aquí


salud, leche y cereales para todos