COMPRAREMOS LA COCINA QUE TÚ QUIERAS, por Mr Dry

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Es difícil escribir el post de hoy. Las noticias de fuera son alentadoras, pero durante este 2009 del carajo he aprendido a desconfiar de la esperanza; o, como decía una amiga mía, no me quiero dejar engañar por el bien.
El tema de la apariencia y la realidad ha traído de cabeza a los filósofos y a las personas normales desde los tiempos de Maricastaña: ¿es todo una mentira, un manto que no cubre nada, como decía el bueno de Leibniz? ¿O bien “things are what they seem”, como cantaba el andrógino lider de Placebo, Brian Moko de Pavo?
En realidad me la pela a ritmo de guajira, pero es que no sabía que poner de intro, y además me arde el estómago como si unos gitanos estuvieran celebrando tres sanjuanes simultáneos en mis tripas, y creo que el dolor ME SE sube hasta el cerebro y no rijo como debiera.
Marlowe se ha encargado de expandir los tentáculos del biofrutismo, así que puede que esto de hoy lo esté leyendo alguien con ttjas, o sea, una chica. Discúlpenme, madmoiselles, si les resulta algo desagradable ésta, su primera lectura de nuestra humilde empresa bloguera.
El caso es que quiero escribir sobre lo que los periódicos llaman los “tímidos indicios de recuperación”. Casi siempre, eso sí, los periodistas usan esa fea y tópica expresión para hablar de “recuperación económica” y cosas por el estilo, como si la crisis fuera una cosa de ahora. Mi visión del tema, si les interesa –y que me perdonen los afectados: parados, mileuristas y todos en general-, es que la crisis ha estado siempre. Vamos, no me jodas: de siempre, incluso cuando en murcia todos los albañiles llevaban audis A3, tres cuartas partes de la humanidad no tenían agua potable y un continente entero se moría de hambre, por poner un par de ejemplos. Que la follen a la crisis. Ya está, ya lo he dicho.
Después de este momento demagógico, vuelvo a lo que les quería decir, señoritas recién llegadas al blog de las ttjas, y es que la profecía de los tímidos momentos de recuperación no se dan sólo en los discursos político-periodísticos, sino también en la vida de los papanatas como el que esto escribe.
Llevo un año de mierda: mi cuerpo se me ha rebelado y tira de mí hacia abajo, un conductor borrachín y quinqui me da una hostia y me deja dos meses sin coche y con la sensación de inseguridad esa tan chunga, ningún concurso selecciona a mi grupo de habaneras-rock, todas las chicas a las que les pongo mi cara de Jean Paul Belmondo me miran con su gesto de Belén Esteban, y un largo etcétera del que destacaré que odio mi trabajo, odio mi ciudad, odio a mi familia, a mis colegas, y sí, te odio a ti también. Por lo menos, eso sí, el Barça es la pera limonera este año.
Sin embargo, esta semana parece haber señales, pequeñas explosiones en el cielo que anuncian el giro de los acontecimientos: Una pequeña nínfula me quiere convertir en su Humbert, un aplicado médico ha tocado las teclas exactas y parece que estoy mejor de lo mío, el conductor quinqui -su seguro- tendrá que pagar, los festivales veraniegos se acercan, y bueno, más cosas que no dirá porque tendría que decir nombres propios, como marlowe, madcap u Ornie.

Poco más, acabaré con un poema de Rappael della Ghetto:

Tímidos indicios de recuperación,
Espero que no seáis tan hijos de perra
De quedaros en meras chispas
Que no pueden prender la mecha