THERE´S A LIMIT TO YOUR LOVE, por Dry Le Permuteur

La chica tiene novio. Lo pongo, aunque sea una información superflua. Todo el mundo sabe que las chicas tienen novio. O lo tienen, o lo acaban de tener, o les gusta un payo, o el payo las ronda o lo que sea. El caso es que siempre hay otro tipo. Es la única constante del universo.

La chica tiene novio, pero también tiene Whatsapp. Para la gente de fuera de Murcia, diré que el Whatsapp es una cosa que te pita en el teléfono y que, cuando lo miras, te aparece algo que te ha escrito el mismísimo Lucifer. Por Whatsapp, Belcebú, el señor de las moscas, te felicita el año, te pregunta a qué hora abre un bar, o te ponen emoticonos que no puedes descifrar (¿Qué exactamente es esto "·$="?). Por supuesto, se impacienta y te riñe si no contestas inmediately. Da igual que el móvil te suene cuando estás teniendo una batalla de cinco contra el calvo, o cuando el presidente Barlett está a punto de hacer uno de sus chistes endemoniadamente malos. Tarda en contestar y Satanás sacrificará un gatito por tu culpa.

La chica tiene novio y tiene Whatsapp, pero también tiene unas pequitas que remontan su nariz desde las mejillas. Los días de sol sus pecas te saludan orgullosas desde la cima.


La chica es lista. Está claro que sabe usar el whatsapp, pero también sabe medir las distancias o recitarte de un tirón los Reyes Godos; se sabe, además, los principales poblados trogloditas de la mitad sur de la Península,  y es capaz de recordar todas las veces que te ha visto y de qué iban las conversaciones que habéis tenido. Yo, que no recuerdo ni lo que he comido y que fanfarroneo non stop, me siento impresionado por tal despliegue de sabiduría firme pero modesta.


Es alta, tiene un largo pelo moreno que tiene pinta de ser suave (¡¿quién ha dicho eso?!), viste como sin proponérselo y accede a reírme todos los chistes. Esta cortesía tan habitual -que puede resultar empalagosa-en ella parece la cosa más dulce desde el dulce de leche de los argentinos.


Yo no debería mandarle whatsapp. Sé que tiene novio, me cago en Thor. Mandarle whatsapps a una chica con novio definitivamente es una cosa que no se debe hacer. Los que me lleváis sufriendo años ya, sabéis que tengo una especie de código de honor samurai en el que no está permitida la infidelidad. En ninguna de las direcciones.


El caso es que le mando whatsapps, y la llevo a ver festivales de cortos muy raros, y a tomar cañas (yo, porque ella no bebe más que Nestea), y a dar largos paseos peripatéticos.

Ella me ríe los chistes, me mira las fotos en facebook, les habla a sus amigas de mí. Maldice el tener novio. Piensa Ojalá no tuviera novio. Yo al Dry lo ponía mirando a La Meca y se le iba a quitar la tontería pronto. Le metía la lengua por una oreja y se la sacaba por la otra. Ella piensa todas esas cosas. Se le ve en los ojos. El ruido que hacen esos pensamientos se oye si te acercas lo suficiente.


¿Pasará algo entre ella y yo?
No

Años de educación judeocristiana, sumados a una predisposición genética a la integridad, vetan la resolución de pasar a la acción y atacar a Dry. No habrá besos, no habrá mordiscos. El proyecto de hacerme las famosas guarreridas españolas quedaba muy bien sobre el papel, pero nunca -repito, NUNCA- se llevará a cabo. Ella será fiel. Y su fidelidad saldrá fortalecida de tal aproximación al abismo.


Como ella pone los límites -unos límites muy fuertes-, yo no me preocuparé por levantar mi barricada. Mis antidisturbios abrirán una botella de vino y recitarán a Baudelaire. Fumarán como turcos y jugarán a las cartas. Confíados en que los alumnos del Luis Vives de Valencia no la podrán liar muy gorda, mis policías se dedicarán a provocarles. Les mandarán whatsapps, les pondrán youtubes, les echarán ron en el Nestea.







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