Papá ha
vuelto a enfermar. Mamá ha empezado a tomar sus pastillas para soportarlo. Yo
he empezado a escribir en el ordenador para no suicidarme esta noche.
Marta bajó
al supermercado a comprar magdalenas para el desayuno. Aquella vez fue la
última vez que la vi salir alegre de casa. Lo que vino a partir de ese día es
un horror. Desayunamos café con leche y magdalenas, me duché y esperé leyendo
el periódico digital a que Marta se vistiera para hacer nuestra ruta de
senderismo. Todos los meses hacíamos una ruta de senderismo por los alrededores del pueblo. Aquella
mañana caminamos unos 14 km., pasamos por dos aldeas y vimos a lo lejos el
pueblo vecino. Aquel día paseamos solos. Normalmente íbamos con un grupo de
amigos que habíamos conocido en el club de senderismo que organizaba el
ayuntamiento, pero era un fin de semana en la que el club no había programado
ninguna marcha y, como no teníamos nada mejor que hacer, nos animamos a hacer
una ruta por nuestra cuenta. Era una marcha que habíamos hecho en otra ocasión.
Era sencilla y agradable, entre olivos y pinos que mostraban su envergadura
aplastados por el sol, todavía tirano por caluroso, de septiembre.
- - ¿qué
va a ser de ti cuando muera?
- - Los
médicos todavía no han dicho nada definitivo
- - Sé
que tengo algo dentro de mí.
Caminamos
unas dos horas seguidas y paramos en un arroyo a beber un poco de agua. Marta
se agachó para tomar agua de sus manos y notó un fuerte y agudo dolor en la
sien, junto a una orquídea amarilla de tela que adornaba su pelo. Se desmayó,
su cara quedó hundida en el agua y su cuerpo se deslizó sobre el fango.
Como un
actor secundario, encorvado en la barra del bar, ojos nublados en el vaso de
cerveza, pantalones cortos, calcetines negros hasta los tobillos y sabiendo que
no hay un mal día sin una mala noche. Como un actor secundario que sabe que la
chica que se ha marchado no sabe nada de astrofísica pero tiene un cuerpo que
Dios hubiera apostado en una partida de póquer jugándose el creacionismo a una
sola mano. Y reconoce que ha sido un estúpido y que dejarla marchar sin decir
nada, sin suplicar un poco, es el mayor error que ha cometido en toda la
semana. No han sido muchos errores pero los suficientes para que esta noche,
cuando ella ha salido por la puerta de este bar, se convierta en la peor noche
de la semana. Como un actor secundario no puede protestar ni siquiera a la
camarera porque quién lo conoce. Si al menos fuera un técnico de sonido o un
director de fotografía, quizá pudiese hablar con la camarera y contarle que su
mujer se ha marchado por esa puerta mandándolo a la mierda por su egoísmo e
insensibilidad trabajada durante los últimos meses.
- - ¿sabes
que las fechas de los signos del zodiaco no coinciden con las constelaciones de
estrellas?
- - ¿cómo
dices?
- - ¿Qué
signo del zodiaco eres?
- - Virgo
- - Naciste
en agosto…
- - El
3 de septiembre de 1978.
- - En
ese intervalo de tiempo no está detrás del sol la constelación de virgo sino la
constelación de leo. Deberías ser del signo leo y no virgo.
Como a un
actor secundario, la camarera lo mira como un estúpido y se marcha al otro lado
de la barra. Ella debe estar en casa y
él no ha conseguido mover un solo dedo desde que se ha marchado. Una luz sale
del lavabo. Se levanta y camina con la mente puesta en la cocaína que tiene en
el bolsillo y la esperanza de un alivio subterráneo. Una luz entra en el
lavabo. Marta debe estar muy lejos, tan lejos como percibe la barra y tan lejos
como para alcanzar a la camarera del cuello y enseñarle modales. Pide otra
copa. Van cinco jack daniel´s esta noche. Ya no hay marcha atrás. Marta morirá
en un mes y él no es capaz de abrazarla. Como un actor secundario, es torpe
hasta para las escenas más triviales.
Papá ha
vuelto a enfermar. Mamá ha empezado a tomar sus pastillas para soportarlo. Yo
he empezado a escribir en el ordenador para no suicidarme esta noche.
Llamé a una
ambulancia para que viniese en nuestra ayuda pero el camino hasta el arroyo era
muy estrecho para que pudiese llegar cualquier vehículo. La cogí en mis brazos
y anduve más o menos un kilómetro hasta la carretera. La ambulancia llegó en 15
minutos. Intenté reanimarla, desgraciadamente sin éxito.
“¿Qué va a
ser de ti cuando muera?” Marta me mostraba palabras que serían mis lugares
durante los siguientes años. Intenté reanimarla sin éxito, igual que ella me
fue preparando, también sin ningún éxito, para los meses de su enfermedad.
Llegó la ambulancia y en el trayecto al hospital se despertó. Me miró con sus
ojos verdes perdidos de un viaje que ya empezaba a serle familiar, como una
visita a una casa mal habitada que tienes que ir varias veces para ponerla en
orden y poder pasar las vacaciones. Salió del hospital dos días después del
incidente. Estuvo en observación, le hicieron varios TAC, una analítica y una
resonancia nuclear magnética. Llegó a casa y se metió en la cama. Me pidió que
bajase las persianas y cerrase la puerta de la habitación. La dejé descansar,
me senté en el salón a leer el periódico y a esperar que todo aquello
terminase.
“¿Qué va a
ser de ti cuando muera?” Marta me daba palabras para construirme cuando
muriese. Pero yo no supe acomodar esas palabras después de su muerte, ni
siquiera antes de que muriese. Marta no sólo me dejo solo sino aislado, sin un
mundo donde habitar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, deje su mensaje después de oir la señal.
¡Teeeeeteeeejas!