Voy a cruzar los dedos fuerte, y voy a dormir así todo lo que me queda de noche. Me pasaré por el majestuoso arco del triunfo todos mis teorías acerca de la superstición. Traicionaré mi declaración de principios, y lo haré rezándole al dios de los cristianos y hasta al Monstruo de Spaghetti Volador si hiciera falta. Diré nombres en vano, quemaré mi dinero. Bailaré la danza de la lluvia y mataré cien bueyes -ἑκατόμβη- para Apolo, cien para Hera y cien para Atenea. Pondré un lazo rojo en mi cuna y gritaré Candyman! Candyman! Candyman! frente al espejo. Haré sonar el cuerno de Gondor para intentar juntar a a la comunidad del anillo; con la otra mano conjuraré a las brujas. Me pondré el Blonde on Blonde sin pasar ni una sola canción, me pondré mis gayumbos de la suerte. Brindaré con agua, me vestiré de amarillo, me dejaré llevar por el trance. Correré bajo la lluvia, aceptaré el trato, daré fuerte con el puño en la mesa o me lloraré un buen vaso de agua.
Aunque es verdad que no te conozco, quiero que sepas que haré lo que sea.
Pero, por favor, no te mueras.
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