LIBERTAD vs. DEMOCRACIA, por Alexander "My Older Brother" Dry

"Come on Alex, you can do it.

Come on Alex, there's nothin' to it.

If you want somethin' don't ask for nothin,

if you want nothin' don't ask for somethin'!"

"Así eran las cosas y así era Madrid,

locos tras la peseta y la carne,

tras lo que llamaban "amor"

los albañiles de la música."

Grandeza absoluta, algo parecido a lo que sentía Hans Castorp al enfrentarse a la Montaña Mágica, es notar que la vida se te quiere escapar del cuerpo. Mircea Eliade lo explica muy bien diciendo que los hombres -somos así de burros- nos salimos del tiempo profano (diacrónico) y entramos en un ficticio tiempo sagrado (sincrónico). Es mirar el mundo sub specie aeternitatis, bajo la mirada de lo eterno.

Alexander Supertramp (Chris Mc Candless, el chico que inspiró Into The Wild, el tremendo libro de Jon Krakauer) quería escaparse del primero e instalarse definitivamente en el segundo, y hacerlo a la manera de los budistas zen, o sea, simplificando al máximo su vida. El budismo zen nació como respuesta al pervertido budismo de la Asia Continental, perdido entre dogmas, idolatrías y ritos estúpidos, centrándose en el mensaje de Buda de buscar un camino interior. Como bien dice el apotegma zen :"Cuando el sabio señala la luna, el tonto mira el dedo".

Así, cuando le preguntaron al viejo maestro que cómo lograba él su envidiable paz interior, él contestó "Comiendo y durmiendo". El discípulo, asombrado y quizá decepcionado con la respuesta le preguntó que cómo era posible, si todo el mundo come y duerme. Y el maestro le contestó, con la sencillez que a veces es tomada como soberbia: "Sí, pero cuando como sólo como; y cuando duermo sólo duermo".

Limpiar el tiempo diacrónico de los obstáculos para alcanzar el sincrónico -o como dicen los New Age, dejar de vivir en el pasado o en el futuro, para vivir el instante- no siempre es tan sencillo como sentarse en posición del loto o fumarse un peich de marihuana holandesa. A veces es necesario soltar lastres (como las posesiones materiales), aprender a escuchar al propio cuerpo, o generar una especie de armonía con las personas y las cosas que te rodean, lo que, como bien saben ustedes, es difícil de la hostia y requiere tanta práctica como aprender a tocar el violín (te tiras cuatro meses hasta que consigues enlazar dos notas en condiciones).

Nosotros, occidentales, con toda un bagaje cultural inconsciente en nuestro background (platonismo, derecho romano, cristianismo, romanticismo, guerras mundiales, consumismo e individualismo extremo) lo tenemos más difícil para escapar.

Y, sin embargo, sigue ocurriendo. De manera aleatoria, como las mutaciones que impulsan la especiación darwiniana, aparecen momentos en la vida en que te sales del tiempo y más o menos fluyes con tu entorno, como si no hubiera una separación real entre el final de tu brazo y el aire que lo rodea. Desaparecen la vanidad, la neurosis, la pena y el miedo.

¿Por qué ocurren estas cosas? Uno se acostumbra a vivir como vive, aceptando su rutina y sus planes a corto y medio plazo. Si recuerdan Los Puentes de Madison, Meryl Streep casi se lamenta de haber conocido a Clint Eastwood. Siente cosas que casi había olvidado que podía sentir, que la hacen sentirse plena y real, y sin embargo, todo un mecanismo de defensa se activa para que no se deje llevar. O Rick en Casablanca y su "de todos los cafés del mundo, ella ha tenido que venir al mío".

No sé muy bien lo que digo, pero sí por qué lo digo. Me han reñido muchas veces por "no valorar lo que tengo", ni a mi familia, ni a mis amigos, ni mi situación privilegiada. Por esforzarme en oír el pitido que me estropea la canción, por ver el vaso medio vacío y esas mierdas. Siempre voy a recordar la frase de Lulamy en El ojo de la cerradura, que fue la que me enganchó a leer blogs como loco y que me hizo escribir como medida terapéutica: "De tanto tiempo de no conseguir lo que uno desea, acabamos sin saber lo que queremos". Y eso creo que es lo peor que te puede pasar. Se dice que una peli es mala cuando no sabemos qué coño es lo que quiere el protagonista, cuál es su goal, su objetivo. Es la frustración difusa (fuzzy frustration), término que me he inventado yo y que a lo mejor es una mierdan pinchá en un palo y que también está en varias letras de canciones: Sé tú mismo /repetimos una y otra vez/ Pero para ser yo mismo

cómo tengo que ser

Otra cita que me gusta mucho es ni más ni menos que de Maritere Campos: "para querer a alguien es necesario quererse a uno mismo". Yo me conformaría con no odiarme día sí y día no, con que no me reverberaran las frases en la cabeza una vez dichas. Como una adolescente que se perdiera sus mejores años porque se ve gorda frente al espejo y eso la bloqueara hasta anularla.



Sentirse peligroso como un mono con un cuchillo, elefante en cacharrería o la serpiente en la bota de Woody, a veces es sólo cuestión de un aciago autoconcepto. Cantaba Amy "te lo dije, te lo advertí, que no era buena" y sin embargo todos intuimos que era un ángel y seguramente hacía unas tortillas de patata tremendas cuando venían sus amigos a verla a Candem. Ella se creía, se SABÍA, maldita y ni rehabilitaciones ni pollas.



Fluía con la música, eso sí, y de qué manera, señora. Pero no podía mantener esos momentos, se le escurrían como agua entre las manos, y no podía estar siempre arriba y no sabía vivir en el medio.

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