jueves, 1 de octubre de 2009

EL ABISMO TE DEVUELVE LA MIRADA (ASEREJÉ DE POST LARGO), por Mr Dry






Baby, did you forget to take your meds?
--Placebo, Meds


Confórmate con ser feliz
al lado de un buen muchacho
--La costa brava, El cumpleaños de Ronaldo



¿Qué hay de esos momentos en que has vencido con tu razón a tus miedos, que has experimentado la catarsis de la comprensión interpersonal, y que estás, en definitiva, donde quieres estar?


Pues, sencillamente, que hay que seguir.


Ya cuando era un zagal, un minidry, un brick de 33cl, me extrañaba que las pelis acabaran con el primer beso de los protagonistas, o, lo que era mucho peor, con la boda de los mismos. Mi pequeño cerebro, aún no dañado por los residuos del alcohol y los psicotrópicos, entendía esas escenas como señales del comienzo de algo, no como finales. Poco a poco –en eso consistió, básicamente, mi pérdida personal de la inocencia-, fui entendiendo que los códigos de la ficción eran distintos de los de la realidad, siendo los de aquella más comprensibles, y los de ésta más diversos y absurdos. Resumido: entendí que en el mundo real las cosas no empezaban ni se acaban. La ópera no acaba hasta que canta la gorda, pero en la realidad no salía nadie, ni bajaban el telón, ni hostias en vinagre. (Sólo hay una cosa que entendí que marcaba un final real, pero no la nombro por no mentar ruina). Todo eso con doce años, no me jodas.

Así, descubrí desde que llevar una mochila de marca no te hacía guay, hasta que algunos curas podían ser peores personas que muchos de los que ellos llamaban pecadores, que mi padre no era un héroe de película, o que los comunistas de mi barrio no eran precisamente unos brillantes analistas de la realidad política y económica global. Por poner algunos ejemplos así, a vuelapluma.

Max Weber llamó a este proceso –o a uno equivalente, a gran escala- un proceso de “desencantamiento del mundo”, donde a base de quitarle “ficción”, “mitología”, “magia”, o directamente “mentiras” al mundo, para verlo en su cruda realidad, pues te quedabas en silencio frente a una cosa incomprensible y más bien fea. Un mundo sin buenos ni malos, una vida sin sentido novelesco, un dios muerto y enterrado, y un cuerpo que se constipaba doce veces al año.

El filósofo Friedrich Nietzsche decía que en esos momentos de ausencia de sentido es donde puedes convertirte en una “estrella danzarina”, un pintor frente a un lienzo en blanco (que va a pintar para que nadie lo vea, simplemente por el hecho de pintarlo), un hombre que no teme ni espera nada. O sea, hacer de la necesidad virtud, hacerse de su capa un sayo, sacar fuerzas de flaqueza, y todas esas cosas de las que la sabiduría popular está plagada.


Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, me detendré aquí y les diré algo sobre esto.

La filosofía, en mi opinión, siempre ha tenido un enemigo echándole el aliento en el cogote, y es la psicología. A ver si me hago entender. Los filósofos, con sus discursos y con mucha buena fe, nos dan una valiosa caja de herramientas para enfrentarnos a la vida. Pero hay un problema, porque la vida no es lógica (de “logos”): o sea, no es lingüística, no es racional; al menos, no lo es del todo.

La psicología (al menos, los dos o tres psicólogos buenos que yo conozco) entiende mejor que la batalla final contra el miedo del absurdo no se gana con palabras, ni con reflexión, ni con diálogos. Ni siquiera con la negación de ellos (como proponen Zaratustra, Wittgenstein o, un poco más lejos, los budistas).

Los psicólogos entienden la felicidad, no como un sitio al que llegas y te quedas, sino como un estado de la conciencia; literalmente, un estado de ánimo: algo que no está muy lejos de lo que llamamos satisfacción personal. En realidad, Aristóteles había caracterizado más o menos así a la felicidad llamándola EU-DAIMONÍA: literalmente, ser feliz era “tener un buen demonio" interior. O sea, que el demonio (daimon) que tienes dentro estaba contento y no te daba mucho el follón durante un rato. La voz de tu conciencia no te dice “esto está mal, chaval” o “anda, que ya te vale”, y estar en el mundo no supone un problema (para los muy masoquistas, recuerden el post de la hybris, y entenderán qué significa "vivir sin cuestionarse nada" (=acríticamente) para los griegos)

El caso es que ya Aristóteles concebía la felicidad como algo no permanente, algo parecido a lo que los psicólogos humanistas actuales proponen: la conciencia va a estar ahí siempre, sobre todo porque la llevamos pegada al cerebro. Y es imposible tenerla siempre contenta, aguantar un pico de satisfacción de manera constante (entre otras cosas, porque dentro de la semántica de "satisfacción" está que sea algo que se consigue después de un esfuerzo). Como decía Punset el otro día, no puedes ser feliz (sentirte satisfecho) siempre, igual que no puedes estar siempre enfadado, ni siempre triste. Por muchas razones, entre ellas, que el cuerpo se cansa de estar siempre en la misma "posición". Se entiende que los estados de ánimo son volátiles (ojo, no caóticos), y no duran siempre.

Como dicen los árabes, en mi proverbio favorito del mundo mundial: "Nada dura más de tres días"

Por eso, si están más o menos bien, no digan esa gilipollez de “virgencita, que me quede como estoy”, porque la virgen se murió hace muchos años, y seguramente no les va a oír. No descuiden su cuidado personal, porque es seguro que la vida les tiene reservadas muchas más cosas, tan distintas, que ni siquiera las pueden imaginar. Como decía ese superhéroe bastante fascistoide, Super Ratón (Mighty Mouse), hay que estar supervitaminado siempre.

La gente del fútbol, tan idiota en algunas situaciones, es sabia en otras muchas cosas. Sabe, por ejemplo, que lo suyo no tiene memoria: miren si no a Ronaldo, al que llamaron rey y gordo en menos de un año. Los de dentro del fútbol saben en general que los picos, buenos y malos, son las dos caras de la misma moneda. Que coger un autobús a las cuatro de la mañana para ir a jugar un domingo a un campo infernal se hace porque hay que hacerlo. Saben que el trabajo es en cierto modo el camino que les lleva a la celebración de títulos, pero que ese camino también se puede entender al revés. Y otras más cosas saben, o a mí me gusta imaginarlo así: que los buenos compañeros no son siempre los que salen en portada; que no todas las chicas guapas merecen la pena; que la ficción que la gente les imagina es mentira; que la realidad a veces muestra su cara bonita, y que si no la muestra es porque está mirando a otro equipo; y que por lo tanto, hay que seguir.

abrazos

1 comentario:

  1. mira yo no entiendo que la gente ponga 0 comentarios sabiendo que han habido lecturas, me parece la decadencia de la literatura sabia urbana, esto es calcuta violando a un niño negro.

    ResponderEliminar

Por favor, deje su mensaje después de oir la señal.
¡Teeeeeteeeejas!